ESCALERA CERO


En la escalera cero de la Playa San Lorenzo suele haber colgado de un mástil un ramo de flores, y algunas veces en el ramo una nota escrita cuidadosamente doblada. Nunca me he parado a leerla. Por la escalera cero se baja al acantilado que da al Club de Regatas, por la parte externa, son varios escalones hasta un descansillo intermedio, y otro tramo que acaba bajando a las rocas; con una apariencia de falsa protección al oleaje.
En una intensa marejada de primeros de noviembre que coincidía con marea alta, una mujer de treinta y seis años (a eso de las tres de la tarde) bajó con una botella los diez escalones que dan al primer descansillo; las olas azotaban el lateral del espigon, y recorrían la esquina formando una onda que barría todo el borde superior. No puedo imaginar la forma en que la mujer intentó meter al mar en una botella de cristal, los que estaban allí dicen que casi no oía los gritos de advertencia que le lanzaban, y el mar, extrañamente injusto, no quiso quedarse dormido por un instante, placido y tranquilo, para que su mano pusiese al ras la botella y el agua entrase en el interior como en una acequia; el mar no quiso eso, el mar no quiso quedarse en la botella y trágicamente arrastró toda la historia en una ola imprevista y ligeramente arbolada. El resto son versos entre flores y recuerdos de los que han quedado amando. En la escalera cero cada poco hay flores, será así mientras el recuerdo y la pena aguante. Y mientras eso ocurra, el mar seguirá allí lanzando olas con dientes de espuma sobre el acantilado, cuando la marea esté alta, negándose una y otra vez a quedarse encerrado dentro de un cristal.
El mar quizás sea trágico por que es libre, y devuelve los cuerpos pero se queda con las almas.
Hay flores que el mar no devuelve.

Comentarios

nalbaq ha dicho que…
Me parece triste. A veces pasan cosas extrañas, raras, nos dejan a medias.
Idus_druida ha dicho que…
Es cierto. Un beso grande para tí, y gracias por leerme.

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