ESFERA


Ahora mismo iba para el trabajo pero me he parado aquí, en la plazuela de San Miguel, porque hay una burbuja de cristal en forma de esfera, y en su interior se encuentra un hombre dentro. Los reunidos dicen que es el mismísimo David Blaine. Somos unos veinte los que miramos absortos su media barbita y sus pantalones negros, y su torso desnudo, musculoso, desafiante. Nos gesticula y da vueltas con sus pies apoyados a la curva inferior de la esfera apenas sujeta por cuatro cuñas, que impiden su giro, sobre una plataforma de madera. Como ya ha salido el sol, y la fuente se ha puesto a funcionar, se refleja sobre el arco superior una gran cantidad de colores increíbles. David está dispuesto a que lleguemos tarde a trabajar. Apenas sentimos sus vocalizaciones, sólo los movimientos forzados de su boca para que tratemos de darnos cuenta de lo que pretende realizar. Ahora mismo parece estático, (como ensoñándose), las manos estiradas a lo largo del cuerpo; su cabeza trata de mirarnos con los ojos cerrados; lo único que quizás capte de sus labios fue la insistencia en aquellos movimientos vocalizadores: “me-voy-a-di-sol-ver”. Y es que ahora mismo parece difuminarse, primero su cabeza y cuello, luego hacía abajo su tronco y extremidades inferiores. Y ahora mismo, todos los que estamos aquí, que ya seremos la centena, hemos abierto la boca “obnubilados” por esta fantasía, porque en el interior de la esfera ya no hay nada, no hay nadie, -es un diminuto instante-, y yo siento, porque me ha tocado a mi, como una mano ligera en movimientos, ágiles y precisos, desabotona mi bolsillo de atrás, intentando sacar mi cartera, -es esa sensación del metro en las horas punta-, por lo que tengo que dar un manotazo a la nada…, en mi parte de pantalón y cadera donde guardo lo poco que llevo. Y es que David Blanem, debe de atravesar un mal momento económico, y ya no sabe lo que hacer para poder subsistir en este valle de lágrimas. Como veis los carteristas han evolucionado mucho. Andar con cuidado. Si veis una esfera de cristal en la próxima plaza con palomas, rodeada de ancianos que no duermen, de sonámbulos, de gentes que retornan de la noche, seguir de largo, un carterista ilusionista puede estar detrás de la magia aparente que pretende transmitiros. Si ya hace sol, y hay una fuente, y el viento mezcla las gotas con el aire para llenarlas de colores, no detengáis vuestra marcha, no hay confianza; son magos y trileros los que te hechizan con sus ojos, y los que rebuscan tus bolsillos con sus manos.

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