RAP


He conocido a un hombre satisfecho con su piel. Negro como el betún. Habla de la suavidad y turgencia de su epidermis. De su estirpe y ascendencia. Se enorgullece del perfil de su boca, de sus labios amplios y carnosos, de su mentón prominente, de sus narices aplastadas, de su pelo ensortijado y tupido. Ese hombre me ha hablado de no poder soportar su espíritu, por el olvido de su escasa historia. Me ha dicho que odia a sus congéneres mezclados, con anillos grandes y trajes blancos, que han puesto las cadenas de sus pies en el cuello. Odia sus gestos agresivos, su música de dos notas alta y baja, como el bolero interminable, sus brazos estirados y encogidos en un ritmo sin sentido de locura catatonica. Sus territorios marcados por la basura y el espanto.

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