LA MESA


No te canses de preguntarme,
por qué he vuelto a esta esquina de la casa.
Sigue preguntándome una y mil veces,
por si acaso lo recuerdo.
En esta misma esquina me viene a la memoria:
-de otras veces-,
la mesa poblada de alimentos,
las cosas que comíamos en silencio,
mirando azulejos llenos de hojas y frutas verdes;
o la claridad de la ventana en las tardes de verano,
o los otros domingos tan largos como la vida,
En esta misma esquina, arrinconado,
en que violentamente me atravesaban tus miradas,
buscando los días que perdimos a sabiendas,
sin recobrar el aire y las flores de los parques,
sin arrastrar cadenas de oro, ni colgantes,
ni oropeles, ni vestidos;
-ni tan siquiera gestos-,
siendo mudos.
No te canses, y pregúntame.
Vuelve otra vez con la mirada y hazme daño.
Dime que estoy de sobra entre las migas que abandono.
Mírame a la cara y pregúntame por qué he vuelto:
Tan liviano y pasajero,
Tan irrespetuoso,
Tan mentiroso,
Tan indiferente,
Tan mudo.

Comentarios

Julia ha dicho que…
Tan endiabladamente poético

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