RESPLANDORES
Pues no sé si estoy cansado, o ando con síntomas de querulancia, o con presentimientos de una ola gigante, o desarreglado, desangelado, alelado, agilipollado; desaborido, digamos que todos los sabores que he probado hoy son insípidos, y que tampoco hay fragancias en el ambiente, y que más bien mi entorno es un revoltijo de piñata humana. Lo que noto es un vapor de agua o de algo que debe subir de la tierra hacía el cielo, como evanescente (porque pesa menos), que hace temblar el ambiente ondulando lo amarillo, lo azul y lo blanco, si lo miras al refilón. Se está evaporando todo, es la desintegración, la conversión y transición de mi piel al color y la textura de la mojama. Digamos que he venido aquí huyendo de no sé donde; a veces pasa eso, todo el año esperando para huir como un fugitivo, y ahora echo de menos los churros y el café con leche de la Tropical, y aquel olor mañanero a anís que sale de la trastienda, o a lejía que sale de los inodoros; y me parecen casi ceremoniales las bocas del metro que te tragan en su estómago de hiena entre aquel aliento indigesto; porque esto de ahora mismo es de supervivencia en un oasis en forma de trasero, adornado con arena parda de desierto. Ayer hice cinco trayectos a la habitación del hotel, y hoy por la marcha que llevo, serán seis o siete (parece que me he regulado y hago mejor de cuerpo); a saber siempre: corriendo a la playa o devolviéndome la playa (no vomitándome, digamos así), y los trasiegos en la misma playa después de escurrirme la arena agitándome las manos. Mi función es de acopio, meramente logística: voy a buscar agua o Fanta al Chiringo de Tomás, el cascarrabias, y del chiringo de Tomás a la tumbona que me huele a llanta de bicicleta o a goma del camión del butano. Tendré que llevar así unos doce días, sin casi penumbra, con tanta luz como puedo abarcar a cualquier punto cardinal que mire, algunas veces desorientado entre la gente que va y viene pisando las cabezas de las gambas y de los niños despistados. Me empiezo a llevar mal con esto, debiera pensar en volver a meterme en una alcantarilla, o en cualquier útero de los que hay por aquí abiertos al sol, después de coger comida sin mayonesa en algún self-service, no vaya a ser que me vuelvan los apretones y me tenga que apoyar en un wc municipal.
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