EL OVILLO


Muchas veces me da por pensar que la tengo muy pequeña. Y además en forma de ocarina, muy irregular y llena agujeritos. Pero no siempre pienso en eso, pienso que si en vez de chupármela me la soplan saldría música celestial o el concierto de Aranjuez para ocarina.

Hoy han venido todas las gaviotas a buscar comida a mi terraza porque han visto geranios blancos desde el cielo. Estábamos mi gato y yo jugando con un ovillo de hilo; yo casi desnudo; mi gato con abrigo. Venían en picado como una formación de Stukas, con su pico abierto y las patas preparadas para el aterrizaje. Objetivo: pan blanco. Qué ilusas.

En ese instante fue cuando me la miré en la entrepierna (agachado como estaba se me subían las hormigas por los dedos de los pies), y le vi aquel bultito de ocarina, toda taladrada. Debe estar enferma. Puede ser pus; sí, es algo purulento. Y pensé eso: no creo que sea para soplar. Tendré que mirármelo. Me fastidia mucho bajarme los pantalones y enseñar esto a una médica del seguro, te la mueven con un palito de las aginas, como cuando miras revolviendo con una vara a una culebra muerta en el camino de Santiago.

Lo malo es si me dicen que no me sirve para nada. Con tal de que pueda ir al baño me basta. No pido mucho. Digo yo. Unos cuantos años más de “bugerito”.

Sí, sí; lo malo de todo esto, en caso de que no salga por ahí, es que te metan el dedo en el culo y te encuentres atascado. En Boston o Connecticut, uno explotó en una cervecería y puso perdido a todos. ¡Santa Barbara Vendita!, que no me tapen las orejas ni la nariz ni la boca. ¡Cualquier muerte menos explotar en público!

Las gaviotas al final siguieron de largo, pero me cagaron la chaqueta del pijama.

No recuerdo bien a qué vino esto. Me había levantado y tiré de la persiana para salir a mi jardincito. En esto que aparecen unas doce gaviotas al unísono y que me parece que forman un escuadrón, sí, y que me parece y parece y que me parece. Desde la posición de las gaviotas somos un punto grande y un punto pequeño ;y los geranios. Últimamente descuido mis formas, me da por andar semidesnudo. Quizás esté con una depresión de caballo.

Escúchame. Dame un poco de albahaca. Debería comer más vegetal. Me da que no me pongo la parte de abajo del pijama porque se me pega el pus. Tampoco voy bien de cuerpo. La cocina mediterránea cura muchas enfermedades. Escúchame, tócame el corazón, y dime si sigo vivo, no vaya a ser que ya esté muerto.

Mi gato ha envuelto todo este hilo por mis piernas y no puedo salir de aquí.

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