UN VERSO EN EL CAFÉ.


Desgraciado, si te hago un verso te mato, capullo de los huevos. La tarde pinta mal, padezco de almorranas y hoy es mi día crítico. En el trabajo hay una escalera muy larga sin ascensor y la he tenido que subir innumerables veces, por cosas nimias, y eso que soy un profesional ordenado donde los haya para aprovechar los viajes.
Y es que estos pantalones me abrasan.
Estaba en mi trasterito donde los toner y los folios y mi maquinita del café, con aquel poema empezado, y venga y dale al busca, ahora al segundo pasando por el archivo del bajo, ahora el tercero y luego el cuarto.
Le había dado forma, te voy a matar con mis palabras versadas, vais a saber cuando salga mi nombre en los próximos juegos florales, aunque sea una esquinita en el periódico, poeta de tal que gana cual, que eres un desgraciado, administrativillo de mierda, que no paras de joder, que te lleve el porta firmas tú puta madre, al sexto ya no subo, que son las cuatro de la tarde, funcionario de mierda, te lo llevaré mañana si se me ocurre. Desgraciado, un día te meto un verso en el café y te enveneno.

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