TÚ.
Nuestro primer lugar debajo de un
árbol,
jugando con cosas que podían dar
vueltas.
A veces, también redondo el sol,
sulfatado de añil.
Me amas porque me miras así, y en tus
pupilas,
existe un lugar para perderse. Lo sé.
Un pantano gris lleno de tardes
cálidas,
y tardes frías.
Mi mano te viene grande, rozar tu
espalda,
ser leve, permanecer casi en tu piel un
instante.
Nuestro segundo lugar donde atardece,
sin nada qué hacer, sólo tiempo y
tiempo,
sin medida,
acostados en el vacío lleno de
equilibrio
sin querer volver
al país donde la gente llora.
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