OTRA DE AIRE PARA LA OCHO, POR FAVOR



Merece la pena que exista ese color que te gusta.
Que esperes a cuatro patas que te envergue tu hombre.
Que ingreses al hospital para vivir cuatro meses más.
Que veas el hermoso bostezo de un bebé.
Que digas que sería de mi vida sin ti.
Que te corras como un cerdo en el descanso del partido sobre tu gordita de siempre.
Que un día hayas llegado hasta allí, un lugar lleno de cosas, y no sepas a que ibas.

La brisa del mar es eso que pasa por tu cara y son como dedos, tan leves, tan suaves, que vienen de tan lejos, tan largos, tan infinitos.
La pasión del aire sin que haya fuego.
Yo no soy de ascensor soy de escaleras, el ascensor siempre tengo miedo a que se pare ahí, en el tercero, y quedarme allí dentro sólo con dieciocho metros cúbicos de aire, que no son nada, te los devoras en un santiamén, y luego qué, una vez que te los devores si no tienes más vas y te mueres.
De quedarme en el ascensor me gustaría que estuviera Mara la esposa del dueño de la gestoría la Exacta que tiene unos muslos enormes y cara de solete. sonrosadita, que huele a violetas y a crisantos. Violarla antes de que se me acabaran los ocho metros cúbicos de aire que me corresponden por ley.
Allí mismo, arrodillarme y comerle el coño con todos los pelos negruzcos que debe tener y restos del requesón ricotta 
de su marido.

Tú no puedes imaginarte cómo fue lo de Ponpeya, no se veía ni a dos metros todo lleno de cenizas y abrías la boca y se te secaba y caminabas como un zombi hasta que te dabas cuenta que por tus branquias de humano no entraba ni una gota del famoso ODOS.
Cuando cenamos a mi Mirta le digo eso, yo me pongo por la ventana que da al patio de luces para oir el telediario, y se lo vuelvo a decir si me ves abrir mucho la boca bésame aunque tengas la boca llena de tortilla de jamón.
Luego por las mañanas aquella pega que llega a la ventana y le da por temblar con el pico con tanto mal aguero.
Sin siquiera tener que decirte, mira me dijeron, o ya te dije, o ya te lo decía yo, o si me hubieras hecho caso, hubieras ido al especialista de las SS.
Quisiera tener los ojos como los asnos, sin casi angustia aunque les retuerzan el badajo. Quisiera ser como Alfonsina caminar hacía el mar y ahogarme con un par de cojones diciendo poemas de amor, ya sin aire, diciendo oooooh.

De que estamos hechos, tonto del culo, si no es de puto aire.

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