INVERNADEROS.


Allí,
oliendo a insecticida,
ya estaba Áymara de Arequipa, con su lomo en forma de serpiente.
Oliendo a fresas, a tomates cherrys, a pimientos del piquillo.
No quiero que me castiguen las aguas de Terranova.
Me horroriza el mar.
Allí está el mar furibundo e infinito, y mis parientes del Yucatán y de Guinea,
donde Juan Caboto vió nubes de peces en la oscuridad.
Debajo de catedrales de plástico.
Me quedo en el Maresme, tan apacible al atardecer…
cuando puede conmigo el cansancio sobre la ruina de mis huesos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

CANCIÓN SIN MÚSICA.

TOCAYO.

POR UNOS INSTANTES EN MIS SUEÑOS.