TENDAL.
El hijo de puta del cuarto D tiene el lomo tatuado con un águila que
cae en picado sobre unas espaldas inmensas, pero quiero rajarlo,
quiero meterle una hoja con venteo que tengo de Taramundi, hasta
donde le llegue, y dejarle entrar el aire para que ventile la patata.
Mi Dolores ya me lo dijo dos veces, que se asoma por la ventana del
salón al patio de luces y coge las bragas escuálidas de su parienta
y la mira, mientras las huele, la mira con una sonrisa de conejo,
mientras mi Dolores retira las a las suyas, hermosas a lo XL, de su
ordenado tendal, que le va el culo de mi hembra, que lo sé, a ese
hijo de puta sin trabajo conocido.
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