TONTINES.
Siempre es lo mismo, todo el mundo con esa sensación de que el cielo es un ente abstracto, está allí, con aquella frase tan manida sobre un ser querido que quiso marcharse, quizás harto de estar aquí, diciendo eso, sí,sí, ...de en cualquier lugar que tú estés me seguirás siempre, o mirando al cielo como si allí arriba hubiese una estancia blanca donde todas las almas buenas, estuviesen ululando beatíficamente con unos quimonos blancos, todo blanco como el algodón, así de blanco, flotando sobre nubes como esas que ves cuando vas en un avión para Benidorm.
La única verdad de todo esto es que en realidad Julián Duba Etermin aquel hijo de puta estaba en el puto infierno, quemándose eternamente, sin nadie saber que el infierno sí que es verdad que existe, y que está en el núcleo interno de la tierra a unas temperaturas aproximadas de cuatro mil grados centígrados.
En realidad, yo del cielo no sé nada. Ni quién ha ido allí, ni si puedes mirar hacía allí pensando que ese ser amado te vigila como si fuera tu Ángel de la Guarda.
Lo que si te digo, que el hijo de puta de Julián está en el puto infierno por lo cabrón que era, y además, que me dijeron que cuando nació, lo primero que asomó por el coño de su madre fue el culo, y que fuera había una helada próxima al cero absoluto, que ni te la podías sacar a mear porque se te congelaba el chorro que te salía del nabo.
Lo sé que está allí, en el putísimo infierno, tan calvo como era, calvísimo, que se quema una vez, se vuelve hacer persona, y se vuelve a quemar el hijo de puta, tú no sabes lo que duele eso, en un bucle que vete tú a saber cuando acaba.
Lo del infierno te lo aseguro.
Lo del cielo tú sigue mirándolo, y pidiendo deseos, pero no valen para nada. Son tan felices allí que pasan de vosotros, tontines.
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