MICROONDAS.

 



Yo delante del microondas no me pongo. No se te ocurra ponerte delante de un microondas cuando calientas por las mañanas el café con leche, ponte a un lado. Luego sales a la calle con pensamientos extraños.

Hoy llevo unas pocas de microondas. Ondas onduladas a no sé qué frecuencia.

-Compulsivo estoy con la economía, hasta llegar al Banco del parque.

-El Banco de todos.

Moodys te pone la nota y te jodes. Yo me abstraigo. Por las mañanas del domingo hay un largo paseo lleno de botellas vacías y desperdicios por el suelo.

Huele a todo lo que dejó la noche. Unos jóvenes con las piernas largas se descubren. Ahora me huele a pócimas, mi olfato tiene secuelas como si todo fuera con sabores de pólvora dentro de una mecha lenta.

 Nubes a borbotones por los flancos del mar, a derecha e izquierda en algún sitio, nacidas, sopladas por el viento (podría dedicarme  a adivinar sus formas).

A los ancianos nos sobra la noche y nos pica la polla, y vamos sobreexcitados moviendo las venas de un lado y al otro.

Aún podríamos follar si nos la sorbieran.

No sé si me escuchas. El Señor Moodys está reflexionando y estás suspenso.

Es imposible que no pase algo. Un brazo dormido o cosas así. Un día no puedes hablar con el otro lado de tú cabeza. Mientras tanto me hierve la sangre, y las veo culonas, y aunque no tengo potencia las deseo envorcadas, cuanto más grande el culo mejor todo. Mi pellejo metiéndoselo a puñados, besarles el culo por el ano, pasarles la lengua todo lo larga que es.  Con setenta y ocho años ando más salido que el pico de una cigüeña.

Llevo un pingajillo y unos pololos con machas de colores, unas sandalias, una camiseta blanca, y una gorra chuleta.

Bordeo por la acera arriba hasta los astilleros vacíos.

La radio pequeñita me dice todas las cosas que necesito.

Los de Moodys nos están jodiendo bien jodidos.

Yo aún me follaba el pellejo de  Christine Lagarde.

Y si hay que comerle el coño se lo como.

Ya te digo, el microondas lo enciendes con la muleta y luego huyes. Tu no sabes lo que es un periodo de oscilación de 31,43546×10−12  por segundo. Tus células son una autopista de grandes dimensiones, todas esas cosas por allí ondulándose y ondulándose. Tu genoma por allí espatarrado medio lelo entre tantas ondas del microondas.


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