CLARIDAD.

 




Pensaba en mi suerte inmediata.
Despertado en ese amanecer. Aún estaba vivo.
Incluso, te digo, que era libre de decidir mi próximo acontecimiento.
Cerrar la ventana, dejar una raya de luz en su mínima longitud.
Prometer la libertad a una mariposa púrpura apoyada sobre su tórax.
Que daba vuelta perdida sobre el cristal.
Qué bien no asesinar a nadie en este día lleno de frío.
De tan glorioso, debería decir una palabra que nombre a algo que amo.
Solo en silencio. Esa palabra como un ritual.
Ya dije: es muy sublime la desproporción.
Al final no debes deprimirte,
todo es blanco o negro en su justa medida.
Te dije, respira despacio. Aún eres libre.
La cama intransitable como un desierto.
Respira despacio, nadie te quitará el aire, aún.
A gatas irte hasta el fondo de la cama.
Cruzar los Urales.
Con todo el frío sobre tus manos.
Limitar lo imposible, la luz del universo. Solo es un gesto contra la lejanía tu mano abierta.
Estira la mano lo que puedas.
Para empujar la ventana en un último esfuerzo.
Tanta luz, de repente,
para afirmarte a ti mismo
que podrías,
en un rotundo milagro,
hasta seguir vivo aún.

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