LA NATURALEZA.

 



Ya te digo que si me da por explicarle yo se lo explico, que para eso hay que tener paciencia, y no levantarle la zurda si no lo acierta, que ya acertará, yo te digo que los números son lo más importante, si sabes números, tú cuentas para alante, o para atrás, y la solución la tienes para pensarla, incluso al voleo.

Y mira, qué me dices a mí, a mí no se me parece, de parecérseme sería más listo, que yo para el niño lo puse todo, pero ya lo dudo, que había de esmerarme lo sabía según ella me iba diciendo lo de la regla, que por mucho cariño que le puse no se me quita de la cabeza ese pelo de cepillo marrón oscuro, que yo soy a lo moro hasta en los cojones, que son con pelo de moro, y ya te digo que no fue hecho al quite garañón, fue con paciencia muy sobada.

Yo y la Dora lo hablamos, le dijeron lo del "Ogino" en la catequesis, y nos pusimos cuando estaba aquella luna que era como la leche de blanca, y las temperaturas del "choto" estaban al loro. Y yo a conciencia, eh, que se la removí bien, y cuando salió la leche le apreté el culo para que no se me fuera de madre, le metí la verga y la leche en la misma juntura, muy al fondo, que poco tuvo que andar la semilla si quería preñarse, y cantidad debió de ser, porque le salió del coño más de un cuartillo.

Mi Angelito sé que no es superdotado como la Patricia, la niña de ultramarinos Damian, en el mismo frente, poco después de la Rectoral, la última que queda en el barrio, de todo un poco, que te huele todo, hasta chanclos para zapatillas vende, tambores de jureles también vende.
Se lo dijeron en el Instituto de la Graduada, que estaba para los EEUU, que lo piensa, y te lo suelta, y está bien del cálculo, y de las ecuaciones, que adelanta con lo de las incógnitas, que dice, el Paco, su Cornudo, que las pasas para el otro lado del igual, y a vivir restando y sumando, y es mucho más fácil que lo de los dedos, que te los pierdes cuando los llevas.

Pues mi Paquito va por los ángulos, le doy figuras y sus áreas, y los volúmenes no lo adelantamos, que ahora lo que necesitamos es espacio, darle a las áreas para todo a lo largo, por todo a lo ancho, y que sepa cuánto espacio necesita.

A mi niño le compré un juego de cartabones traslúcidos. Estuve dos días para explicarle lo del ángulo de noventa grados, un día para el de treinta grados, y una semana para el de sesenta grados. Al final ya le dije que la suma de los tres tiene que ser ciento ochenta, y no hay forma, es como lo de la entelequia que dice el cura que da la misa en las Teresianas.

-Muchas veces se mete la Dori por el medio que no tiene ni puta idea.
-Díselo. Un grado es una cosa muy pequeña que se curva, joer, díselo de una puta vez, tan difícil no es, la curva, aunque no lo parezca, es lo más corto entre dos puntos, coño.

Ayer en la mesa del comedor, el niño sobaba, lo soba todo, y no atiende, alelado, y que va sobando por el alero de la mesa, y roza aquel "nial" espesito y seco de los tres que tengo, el de la cocina, bajo el bañal, y el de la cómoda, y grita, mamá que es esto. La Dori vino a husmear y pasó la mano, y arrampló ciento veinte gramos de mocos esencialmente como la mojama, y le da aquella arcada, y se va al baño, y me dice de todo menos cagarse en mi madre, so cerdo, cerdo de mierda, que aún lo tengo aquí, al mocoso este metiendo la mano donde no lo llaman, yo estoy hecho de paciencia, y la mano no se la levanto, para qué desguazarlo de una hostia, que cuando lo miro se me da un aire al Maderero de Suarna. Y mira que yo a la Dora se la metí a conciencia, un cuartillo de leche le sobró, lo otro tuvo que quedar allí, para lo de la naturaleza..., pero siempre lo pienso, lo que decía la "ma", hay hijo, lo que más preña es el amor.

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