OBJETO.

 


El hecho fue que subía el cabrero Damián Hueso, llevando el rebaño por las Riscadas, debajo de la loma del Vallical cuando vio el objeto, según nos dijo, resguardado entre unos matorrales de carrascal y coscoja, y antes del bulto, muchos rebrotes de tomillos y espliegos, que lo hacían pasar desapercibido.
El bulto era un paralelepípedo de formas perfectas y muy hermético, del que se había desprendido la pieza que adjunto fotografiada, adosada, por la forma irregular que faltaba en uno de los lados del paralelepípedo.
Damián guardó su secreto hasta el final. Dejando a las cabras sueltas, arriesgándose a alimañas, bajó a avisar a la pareja, y la pareja vino a mí que llevo veinte años siendo relojero en este pueblo llamado Torrijas del Infantado, por la zona de Calomarde, por Teruel. Con la pareja también subió Genario Puertos, el boticario ocasional de la Royuela, que también visita nuestro pueblo dos días a la semana y aquel día coincidió. Subimos con buen paso por un sendero que Damián conocía, uno muy estrecho y empedrado entre pinos negros de poca altura, recuperados del incendio del ochenta y cuatro.
Cuando llegamos, el cabrero se fue con sus perros a reunir las cabras que estaban descontroladas bajando por el Quejigar abajo, saltando y comiendo entre madroños empinados creciendo entre cortantes cuarzos, muy peligrosos por la cercanía de los desfiladeros de Sisallo.
La pareja se apresuró a investigar el suceso y a examinar el mecanismo, del cual solo veíamos la pieza que adjunto, ya que el resto tenía lados regulares y precisos de un color argén, tirando a un pálido oscuro.
Tenía unas dimensiones de unos trescientos cuarenta y ocho centímetros por el lado largo, y unos doscientos veinticuatro centímetros por el lado estrecho, ya que midió con el metro que llevaba, el número de mando al que llamamos en broma, el Sr Coronel Tesín el de la Carabina.
La pareja no tuvo mucho más que explicar, ninguno de nosotros podía dar su procedencia, solo la huella en el suelo indicaba que había venido, sin duda, desde el cielo. Aproveché para tomar una foto del aparato que estaba suelto, y medía unos ocho centímetros en su parte larga, y la corta no pasaba de cinco.
Mientras especulábamos, llegó Damián y entonces nos contó de cuando estaba allí, de lo que había sentido, un silbido del viento cortado, y luego el impacto seco, soltando después que al llegar, y los pocos segundos que pasaron de descubrir el objeto prácticamente invisible allí, vio salir un chorro de luz de no sé dónde, y la figura de una hermosa mujer vestida de plata, a la que se le notaban mucho los labios mayores del coño, según pude inferir de su relato, formando un holograma sensitivo, por decir algo.
Comenzó a manipularlo, y como si supiera lo que estaba haciendo, como toda mujer de este mundo, esta milagrosa, se concentró en el bulto y lo manipuló repetidamente, llevando a Damián al clímax en menos de un minuto, para desparecer el chorro de luz adentro del objeto, mientras él permanecía allí sentado al final, esperando a que la figura regresara, por si podía experimentar aquel encuentro celestial de nuevo, pues dijo que lo que quería era meterla a la nube. Harto, según supuse, de darle por el culo a una caprina parda algarvia.
De lo de después ya os dije, salió pitando a avisarnos.
Como relojero, a partir de la figura de la pieza concluyo que se trata de un reloj, debido a los piñones que tiene y esas bobinas de cobre que le proporcionan el impulso. Bien podría ser un interruptor que, al activarlo, causa algún efecto en el mecanismo de la pieza más grande, que quién sabe con qué intenciones tiene.
Lo dejo aquí, por si alguno de vosotros sabe del tema, que nos cuente algo, si esto es humano o celestial, mismamente.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
genial
Idus_druida ha dicho que…
menudo artilugio te has inventado.

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