FELPUDO.

 



Briseida se me dispuso aquella tarde de sábado de primeros de noviembre según lo convenido, las piernas abiertas hacía los lados, las palmas de los pies desnudos sobre el cubre cama, la almohada sobre su nuca, los ojos perdidos hacía el techo adivinando formas extrañas, según me decía. He de decir que su coño estaba poblado, tupido de un rizado negro bajo el que no se adivinaba nada, lo que los argonautas de lo "riojoso" llaman a esa parte el vellocino de oro. o felpudo, como si de un restriega zapatos se tratase.
Yo en mi ritmo soy lento, digamos que mi protocolo es de pausar las partes, para que cada parte sea diferente. Históricamente con mi Briseida siempre necesario. Así que me aproximé en el inicio con aquellos besos por sus blancas pantorrillas, arrastrando mi lengua a veces, haciendo como fractales en festón, sobre su suave piel. Imposible llegar de repente e intentar descubrir aquel manjar, que el Sumo Hacedor había sembrado de unos rizados permanentes, a veces de un ligero tono rojizo.
Llegué allí después de cinco largos minutos, en que mi camino estuvo lleno de besos, mientras ella, observada con su mirada, en aquella postura en que su vientre era una suave colina, sus tetas caídas hacía los lados como dos laderas, su barbilla, su boca, y eso, sus ojos adivinando, no se qué en las formas del techo.
Llegué allí y me dispuse a descubrir sus labios mayores. Con mis pulgares fui peinando hacía los lados la parte más densa de sus pelos, hasta que fueron apareciendo aquellos labios hermosos, y la parte rosada de su hermoso coño. He de decir, que esta parte con mi Briseida era requerida en este protocolo, sus pelos muy rizados y fuertes, más de una vez me “entaporaron”, sometiéndome a fuertes arcadas, desluciendo el acto, en si, por tener que ir al baño, a realizar repetidas gárgaras.
Cuando iniciaba la aproximación con mi boca, por el patio de luces lloraba un niño de forma desesperada, por otro lugar venían sones de unas bulerias por solea, que contrastaban con el acelerar de los coches en la calle, raudos, a la salida de un semáforo que nos cuadraba en frente.
Como digo, acoplé mi boca totalmente a su coño, procurando que la nariz para respirar sin impedimentos emergiera a través de su frondosidad.
Percibí otra vez aquellos clásicos sabores, aquel amargoso sabor, aterciopelado, blando, cálido, aquella dulcedumbre tan clásico, pero sobre esos sabores, el más fuerte, era al kusaya japonés, muy intenso, al que yo trataba de sobreponerme.
Mi lengua he de decir, que es a la usanza del mismo satanás, como te figuras esa puntiaguda y ágil forma, para mi opinión más larga de lo habitual. Así que busqué su clítoris y lo sentí erecto, también presentía aquella humedad suave, cambiante, como una extraña melaza que mojaba mi boca. Comencé a mover mi lengua, bien apretaba a su coño, en ese momento me acompañaban unos fandangos de Huelva, y casi a ese ritmo comenzó mi lengua sobre su clítoris a subir y bajar, a ritmo ahora suave, ahora más alocado a lo zapateado de tanguillos.
He de decir que mi Briseida es de tiempos largos, mucho de masaje de clítoris, pero también de meter mi lengua en su coño, en un mete y saca frenético, muy predecible en su correrse, sintiendo en un principio aquellos pequeños borbotones de néctar celestial, como si la mismísima virgen de la Regla ordenase que aquel hermoso caldo llegase hasta mi boca. Luego estaba su movimiento, lo sentía, comenzaban sus caderas a moverse hacía los lados, hacia arriba, procurándose que mi boca la “horadase” más y mas, hasta que a unos diez minutos de aquel viaje, venían aquellos estertores, como si se fuera a marchar de este mundo, y aquellas voces suplicantes, Edelmiro, métemela de una puta vez, métemela, so cabrón, a lo que yo nunca la pude complacer.
Por el patio de luces ahora sonaban unas rondeñas, un niño con risotadas a voces de que jugaba, y un olor a frituras, y por allí arriba, en trocito de cielo que podía ver, un poco de azul de una tarde que comenzaba a caer sobre nosotros.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Eres un poco guarro, pero lo escribes pleno. Me puso...

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