LA TAHOMA DE MADRO.

 


Voy a la tahona. En el local hay dos o tres bolivianos y uno de Agadir. Detrás del mostrador, entre montones de barras de pan, está ella, junto a una argentina modosita, ambas con mandilones blancos. Sobre el local reza un letrero: Panificadora La Tahona de Madro.

La miro a los ojos y le digo:

—Madrona, ¿qué le has hecho a la puerta de casa?

Ella me devuelve la mirada y responde:

—Jandro, vete a tomar por el culo y sal de aquí, o llamo a los municipales.

Pues eso. Salgo pitando. Pues eso. Me entra aquel cosquilleo en forma de alacranes.Pues eso. Me invade un odio y unas ganas de maltrato de género que te cagas.Me asaltan impulsos de comprar un hacha en la ferretería La Gonzaga y subir a la puerta blindada, estilo búnker, donde está el corazoncito del Niño Jesús. Pienso en comprar un taladro con broca widia de quince y meterlo por el bombín para descapullarlo, pero no hay enchufe en el rellano. Además, la vecina es una golfa que siempre está escuchando a Julio Iglesias y a Ricky Martin mientras espía por la mirilla, lista para avisar a los guripas, que es gratis.

Y repito. Más que nada para que no se me olvide.

Todo son bocas. Veo bocas abiertas. Hay solares por donde se pierden los perros. Hombres acostados aún a las doce del mediodía, en el mismo lugar donde estaban ayer, con la cabeza dentro de un gusano, las manos protegidas del filo de una navaja. El fondo es eso que parece que nunca se acaba.

--Quisiera que me mandaras a un recado, por lo que más quieras.

Me veo desbordado por los acontecimientos. Voy difuminado en forma de alma. Transcurro a través de la ventanilla de un autobús y te voy pensando con hambre. Tengo hambre. Nunca me has llenado, ni ayer ni antes de ayer. Nunca fuiste una hogaza de centeno, nunca tu vientre fue blando para recostarme. Siempre voy pensando en ti con hambre, te voy follando a lo bestia en cada frenazo mientras me duele la barriga.

Ir a un recado (son recuerdos) a la calle La Meretriz a buscar levadura, y llevo el pito encogido. Siempre miro por fuera la tahona, lo surtida que está. Había panes aboroñados de centeno, de trigo, de cebada, de avena, mezcladitos de soja, tortonas de maíz, alargados de arroz, buchitos de quinoa, redonditos de triticale, manotas de patata, triángulos de espelta, y muchas baguetes crujientes, chapatas, pan negro como el carbón, rosquillas onduladas, piquitos de alforfón, pan blanco en barras, pan de ácimo, esponjosos de Ruffini, brioches con huevito, aplanados de naan, moldeados en forma de prisma de color pardo, rellenos de bonito, puñaditos con chorizo, quebrados crujientes y anillitos en forma de corazón.

Cuando caminas hacia el cielo, te haces invisible. Para que ese fenómeno suceda, no puedes en absoluto tener pecados veniales, ni mortales, ni te cuento.

—Es un hijodelagranputa, que no te vuelva a poner la mano encima —le atizaba la argentina al barrunte.

Para algunas mujeres, el amor es proporcional a la longitud del mango. Lo decía el Cosuco, de Pola de Gordón, carrocero, que la tenía gorda pero cortita, y era de poco mete y saca, muy lento.

La calle tiene forma de onda de sonido. La calle te come y no te enteras, aunque toda la calle sea tuya. La calle siempre escupe hacia arriba, y tú la estás mirando, y entonces también te pega chicles en la cara.

--Que le den por el culo a todo, me refiero a todo el developmental.

—Loco, sufres menos.

Hoy me vi a mí mismo durmiendo cuando pasaba. Pero tú no me quieres. Hoy me vi dentro de una caja de cartón de una nevera con congelador progresivo arriba y arcón abajo, un neverón. Hacía un frío que pelaba dentro de la caja, era como el túnel del tiempo cuando empiezas a ver los colores que van pasando.

Quisiera hacerte recados, por lo menos eso,

si pudiera ser, anillitos en forma de corazón.

Anda.

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