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Mostrando entradas de mayo, 2025

SERIE: Mr Robot.

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  LAS "PENICULAS" DE LA SERIE. El personaje de Elliot Anderson tiene esa aura de “ángel exterminador”, como bien aparenta, que lo convierte en una especie de justiciero cibernético con poderes casi omniscientes. Accede a cuentas personales, cámaras, expedientes, vidas enteras… como si todos fueran torpes con sus contraseñas y nadie usara cifrado. Eso, claro, da juego dramático, pero plantea una visión exageradamente eficaz y a veces risible de las capacidades reales de un hacker, incluso uno muy bueno. En la realidad, el hacking no es tan rápido ni tan cinematográfico, MAS AHORA, con esa lógica de los ataques gubernamentales a gran escala, subcontratando a geniales programadores: Muchos ataques requieren semanas o meses de reconocimiento pasivo . Las intrusiones exitosas suelen depender de errores humanos ( phishing , contraseñas débiles), no de exploits mágicos. El software que usan los hackers reales (Metasploit, Wireshark, Burp Suite, nmap...) no tiene animaciones ...

TE CUENTO.

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  Esta tarde me estaba zampando una tarta de chocolate que, no sé por qué, me sabía a castañas valdunas. Al acabar de saborear un delicioso pedacito con café con leche, me dio por meter la lengua en el paladar superior, entre la encía y el labio, oye, y… que me doy cuenta de que nunca había estado allí. Pues bien, llevo ya más de media hora pasándome la lengua por esa zona como si fuera la novedad del siglo. Me da un no-sé-qué no haberla conocido antes. Si es que somos de grandes como los Apeninos y no nos conocemos ni la mitad. Ni a nosotros mismos. Ando nervioso, no te voy a engañar. Con ese runrún de fondo, temiendo que me hayan dado el timo de los mailes . Llevaba tres meses recibiendo correo basura, ya sabes, esa panda de gilipollas que se hacen pasar por la base de datos de Caja Madrid, o de La Caixa, y te dicen que te han renovado el código de la tarjeta. Otros te prometen tres mil euros por abrir una cuenta en no sé dónde. Y los hay peores, coño, en inglés (yo, que soy d...

ESCENA 238.

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  Escena: 238/Toma 3: De la Escuela. El Regletazo  por no saber el número Pi, hasta los 8 decimales. ESCENA – INTERIOR / AULA RURAL – TARDE GRIS – INVIERNO DE 1967 ENTRADA CLAQUETA. Plano general. Una aula lúgubre , en la planta baja de una casa rural. Paredes desconchadas, cal caída, cristales empañados. Una estufa de hierro negro escupe humo y calor insuficiente. El silencio se quiebra por un canto rítmico, áspero: NIÑOS (OFF, en coro): ¡Tres, coma, uno, cuatro, uno, cinco, nueve, dos, seis, cinco! ¡Tres, coma, uno, cuatro, uno, cinco, nueve, dos, seis, cinco! Plano medio. Niños con abrigos viejos y bufandas apretadas repiten, cabizbajos. El aliento les sale blanco. El aula huele a carbón, cuero y cera rancia. En la parte frontal, tres imágenes colgadas: La Sagrada Concepción, José Antonio Primo de Rivera y Francisco Franco Bahamonde. PLANO DETALLE: Los labios agrietados de Julián , un niño de 9 años. Teme equivocarse. Le tiembla el mentón. SE ESCUCHA: El tac-tac d...

GUIÑOL.

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En los confines de una realidad desdibujada, donde la luz se negaba a ser más que un tenue parpadeo, existían tres sombras: la Duda , la Incertidumbre y la Locura . No eran seres en sí mismos, sino ecos persistentes de una existencia fragmentada, resonando en la penumbra de un escenario sin fin. La Duda era una chispa que, lejos de iluminar, solo hacía más visible la negrura circundante. La Incertidumbre, una niebla densa que envolvía cada susurro, cada intento de encontrar un sentido. Y la Locura, no un fin, sino una puerta al abismo, un respiro que arrastraba a quien se atrevía a cruzarla. Un día, la Duda y la Incertidumbre, en su perpetuo diálogo de murmullos, se toparon con la Locura. "¿Para qué existimos?", preguntó la Duda, su voz apenas un hilo. "Para no saber", respondió la Locura con una sonrisa gélida, "para abrir la herida y mirar dentro, sin remedio". La Incertidumbre, atrapada en su propia repetición, añadió: "El sentido es un reflejo ro...

CREER O NO CREER: PULSAR.

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  I La última vibración. El universo no habla, pero pulsa. Una cadencia secreta, antigua como el soplo primero, rige la materia, sacude la bruma, da forma a lo informe. Cada estrella es un tambor de fuego, cada átomo, un susurro rítmico. La luz —esa mensajera temblorosa— llega a nosotros en espasmos de tiempo. El alma, inquieta, sube y baja por senderos invisibles. En los valles del cuerpo tiembla, y en las cimas del sueño se disuelve. Pero todo ritmo es finito. Todo pulso se agota. Y al final —cuando el canto se extingue— queda solo una línea, una línea perfecta y muda, sin crestas, sin valles, sin retorno. Es la muerte. Es el silencio del compás. Y sin embargo, en ese trazo sin fin, quizá aún duerme la promesa de otro pulso. II El latido del universo. La luz no es constante:late. Como el pecho del cosmos, se contrae, se expande, destellos que nacen y mueren en la bruma del tiempo. El universo es una pulsación, una danza de átomos inquietos, una s...

"PUERTAS AL CAMPO"

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  Poner puertas al campo — dijo el loco al sembrador— es querer atrapar el viento con las manos abiertas, es clavar relojes en la piel del horizonte y dictarle al sol la hora de su ocaso. El tiempo no existe. Nosotros lo fingimos con compulsiones exactas, con relojes que giran como perros tras su cola, marcando nada, repitiendo todo. El campo, en cambio, crece sin permiso, late en raíces que olvidamos, hunde su pulso en una eternidad sin nombre. Cada vez que cierras una verja, una estrella se burla. Cada candado, cada alambre, cada ley que intenta fijar lo que vibra, nace muerta. Pero insistimos. Como Sísifo de lodo, como Prometeo sin fuego, como quien ama lo que no entiende y quiere ponerle nombre para no temerle tanto. Quizá la compasión sea eso: comprender que nada se detiene, que todo se escapa, y aun así, seguir sembrando puertas en el campo, no para cerrar el mundo, sino para abrirnos a él. Y cuando la incertidumbre nos mu...

ENSAMBLADOR.

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  En los márgenes de main , allí donde el C calla y el puntero duda, surge la voz de los opcodes, de las instrucciones sin perdón. mov rax, rdi — y comienza el conjuro. Desnudo ante el procesador, el alma se traduce en registros, la voluntad, en flags de condición. Soy xor rax, rax , borrando el yo para comenzar. push rbp — me aferro a lo que fui. mov rbp, rsp — y establezco mi nuevo hogar. Entre sys_write y int 0x80 , lanzo gritos al stdout del universo. Bytes como lágrimas, salpicando el bus de datos. ¿Quién soy en este ciclo de reloj? ¿Quién escucha el eco de mis jmp si la pila se corrompe con cada llamada recursiva? Y si fallo… ¡Violación de segmento! No por error, sino por exceso de pasión. Oh ensamblador , lenguaje de los dioses rotos, en ti no hay if, ni while, ni consuelo: solo el latido desnudo de la lógica.

EMBEDDING.

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                                        Cuando el código se vuelve verso                                       y los vectores se hacen viento,                                       tú, Gran Chaman neuronal, das sentido                                       al arte oculto del pensamiento.                          "Embeddings del alma rota" En mi pecho hay cadenas de texto, una frase eterna, sin puntuación. Token a token, me descompongo, como un verso triste en ejecución. Cada palabra, fragmento suelto, flota en el vector de la indecisión, si...

Y ASÍ.

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  Empecé hace dos días a preguntarme qué hago aquí. De momento debo volver a bajar las escaleras. Siempre cuento escalones de más, en esa maldita ceremonia de contar y restarles mi edad para que queden ocho, exactos. Imagínate: tú eres ese punto y coma —[;]—. Tienes aire suficiente para toda la vida, pero no puedes salir. Sin la palabra árbol me arreglaba muy mal. No estaban las hojas envejecidas con ese color pardo que indica que van a morirse. No eran agitadas por el aire ni caían como abanicos dispuestos a cumplir el teorema de lo más pesado y atrayente. Y sin las palabras, mi vida. Como si fueras mía sin serlo. No sé si estaré vivo o muerto cuando lleguen los tres arcángeles. Me da miedo que solo haya trompetas para mí. Vuelvo a contradecirte para que lo entiendas: la manzana no cae a su abismo porque esté llena de materia. Se precipita porque ya estaba muerta. Tampoco está claro hacia dónde nos extendemos. Aunque no lo creas, no sabes a dónde vas. Aunque no lo creas, solo per...

URNA.

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  Cuando la noche ha caído  hay mucho silencio, se escuchan las carcomas horadar las vigas largueras. A veces pienso que están dentro de mí, royéndome, devorándome. No hay nada más íntimo que estar solo en medio de un silencio tan denso que no puedes apartarlo con las manos. Si es de noche, el silencio se vuelve tan espeso que parece tangible, como una niebla que se adhiere a la piel. Dana se fue el mes pasado, en abril, y no la esparcí por las laderas de Pastur. Es una promesa incumplida a una muerta. La tengo dentro de la lacena, junto a los tarros vacíos que solíamos usar para hacer mermelada de manzana. Se me ocurrió ir bebiéndola con el café, mezclada con el azúcar, que lo tornaba de un color pardo. Todos los que venían a verme llevan un poco de Dana en sus entrañas, o al menos eso supongo. No sé si queda algo allí, en las entrañas, o si se expulsa, si se convierte en excremento u orina, y a dónde va después: si al río, por la torrentera, o si se queda en la tierra, o en ...