VIDA.

 


Cuarenta inviernos en la piel marcados,

huellas de un tiempo que no se olvida,

la promesa antigua, ya no es apasionada,

ya no es firme, constante, como marca de la vida.

Los besos que fueron fuego en la madrugada,

hoy son brasas cálidas en manos abiertas y calladas,

el deseo que antes ardía en tormenta,

se vuelve viento suave, brisa llena de paz lenta.

No es amor de cuentos ni versos perfectos,

es la trama real de dos seres conectados,

es el abrazo que sabe igual que los días compartidos,

es el silencio que a veces dice más que el sonido de mil ríos.

Y aunque el alma a veces sueñe con lo perdido,

en el roce cotidiano está lo vivido,

porque amar no es solo pasión encendida,

es estar juntos, en la calma, en la vida.


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