VIDA.

 


Cuarenta inviernos en la piel marcados,

huellas de un tiempo que no se olvida,

la promesa antigua, ya no es apasionada,

ya no es firme, constante, como marca de la vida.

Los besos que fueron fuego en la madrugada,

hoy son brasas cálidas en manos abiertas y calladas,

el deseo que antes ardía en tormenta,

se vuelve viento suave, brisa llena de paz lenta.

No es amor de cuentos ni versos perfectos,

es la trama real de dos seres conectados,

es el abrazo que sabe igual que los días compartidos,

es el silencio que a veces dice más que el sonido de mil ríos.

Y aunque el alma a veces sueñe con lo perdido,

en el roce cotidiano está lo vivido,

porque amar no es solo pasión encendida,

es estar juntos, en la calma, en la vida.


Comentarios

Carmen ha dicho que…
La fórmula del amor es demasiado compleja como para obtenerla en una simple deducción ¿verdad?
Hay caminos diversos, seres diversos, saberes y estares diversos, tiempos diversos... y diversos momentos en que analizamos el resultado, y también el camino que recorrimos para llegar a él. Tendrás días en que llegarás avesta conclusión, esto es el resultsdo de una forma de amar más madura, desgastada por el tiempo. Y tendrás días en los que te preguntarás dos cosas: si realmente alguna vez amaste, y si realmente alguna vez te amaron.
Cuando era joven, cuando tienes esa edad en la que los amoríos comienzan a invadir tus pensamientos por doquier, a menudo me preguntaba (y me preocupaba), si era posible que uno tuviese el amor de su vida al alcance de la mano, a la vista a diario, que este pululase por nuestra cotidianeidad, y aún así, ser incapaz de reconocerlo y dejarlo ir, inconsciente y torpemente, dejarlo marcharse.
Hoy pienso que debería haber pasado más tiempo preocupada de las ocasiones en que, aún teniéndolo delante, después de reconocido, igualmente, lo dejas marchar...
Idus_druida ha dicho que…
Bueno, Carmen, te leo y siento como si hubieras puesto palabras a muchas de mis propias intuiciones. Sí, la fórmula del amor es un enigma con variables que cambian todo el tiempo: los caminos, los cuerpos, los estados del alma, las estaciones que nos atraviesan. Hay días en los que creo entender algo, como si pudiera vislumbrar una forma de amar más sosegada, menos urgente, una que no exige tanto, pero que tampoco se resigna.
Y hay otros días —como tú dices— en los que me pregunto si alguna vez amé de verdad, o si simplemente me dejé llevar por una necesidad, por un anhelo que confundí con amor. También me ha rondado esa duda que compartes tan honestamente: ¿y si el amor de mi vida estuvo siempre ahí, tan cerca que mis ojos, por estar demasiado llenos de espejismos, no supieron verlo?
Pero lo que más me remueve de lo que dices es esa última reflexión. Reconocerlo, saber que es él —o ella—, sentirlo con todo el cuerpo… y aun así dejarlo ir. No por falta de amor, tal vez por miedo, por orgullo, o porque en ese momento no supimos cómo sostenerlo. Eso me golpea. Porque sí, me ha pasado. Y eso, Carmen, deja una huella más honda que cualquier amor no correspondido.
Ya sabes, lo decimos siempre, muchas veces como prueba de resignació: La vida es así.
Gracias por tu comentario, tan reflexivo. Un abrazo
Carmen ha dicho que…
Un abrazo

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