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ROSA DE LOS VIENTOS.

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  Ya después le dije que no me la agitase mucho. Se ponía rabiosa escurriendo primero, luego arriba abajo, yo cogido a su cintura, después de tardar un siglo en llegar a la taza del baño. Ella era dispuesta en eso, nada de escrupulosa, por eso le dije que un día, aún muy lejano, iba a ir al cielo, tú Cintia, del mismísimo Potosi, irás al cielo desde Irumpampa Chica, rodeada de hermosas flores amarillas de cactus, como la mismísima Mamita de Cotoca. Yo nunca había tenido aquella premonición, que en un viaje de esos tan largos desde la galería, a que me la escurriesen iba a sentir el vahído de aquella forma en que te nublas y supones que el gran viaje comienza primero con la penumbra, luego lo poco que te sustenta ya no ejerce, y tienes ese ligero instinto de cogerte más a Cintia, hasta que ni ese instinto te equilibra ,hasta que nada, nada de nada, porque la fuerza ya no te acompaña... Yo ya le había dicho que estaba próximo a que me quemaran, en La Esperanza, entrando por un arco que p

EL VIOLETA.

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  Posiblemente no haya una devastación completa. Siempre queda cierta esperanza. Digamos, finamente, que puede haber cierto nivel de entropía. Aún. -Aún. Algunas veces los hermosos atardeceres que acaban en un violeta mortecino, vienen porque tu eres poeta y quieren que los describas, porque vas a organizar unas hermosas palabras para unos juegos florales recitados delante del abside de una iglesia. Yo, como lo entiendo, tenue, así, tenue, conozco pocas cosas.Lo mismo que hay gente que para darse importancia pone cosas en francés,o para darte coba, les dices a esos hijos de puta del Bar Las Peñas, me acabó haciendo un francés, aunque podrías decir que de verdad te acabaron haciendo a ti un griego. Volviendo a eso de lo francés, mi tío, Esteban Arnaiz Azcárate, siempre me decía mientras herraba caballos, los franceses fueron unos cobardes siempre huyeron, lo hicieron de Rusia, se fueron de España, y partieron la mitad de Francia en dos para darle una al hijo de puta de Hitler. Qué cab

ZORZALES

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En mi pueblo hay una máquina que limpia los zapatos, y una vez, creo que antes de la pandemia, le tragó una pierna a un señor de los Zorzales de Acuña, que iba a una boda en Castrourdiales, menudo pipote se montó, porque el señor sangraba mucho, una señora que pasaba por allí se quitó la falda y le envolvió la pierna porque sangraba mucho, y entonces la gente ni caso al de Zorzales, la señora llevaba unos pantis rosas muy ceñidos, y todo el mundo le miraba la regaña, que se le notaba mucho, y además que no tenía las piernas feas, más bien las tenía apetecibles, pues eso, la gente , los hombres, se ensoñaban conque le comerían el coño a la señora, y ni caso para el de Zorzales, que se desangraba, hasta que en esto aparecieron los municipales, y ya la cosa se fue arreglando, porque los municipales de mi pueblo no son como la policía americana, que son gordos y una panda de cobardes, la policía municipal de mi pueblo tiene cojones, le hicieron un torniquete con el cinturón al de Zorzales,

CLARIDAD.

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  Pensaba en mi suerte inmediata. Despertado en ese amanecer. Aún estaba vivo. Incluso, te digo, que era libre de decidir mi próximo acontecimiento. Cerrar la ventana, dejar una raya de luz en su mínima longitud. Prometer la libertad a una mariposa púrpura apoyada sobre su tórax. Que daba vuelta perdida sobre el cristal. Qué bien no asesinar a nadie en este día lleno de frío. De tan glorioso, debería decir una palabra que nombre a algo que amo. Solo en silencio. Esa palabra como un ritual. Ya dije: es muy sublime la desproporción. Al final no debes deprimirte, todo es blanco o negro en su justa medida. Te dije, respira despacio. Aún eres libre. La cama intransitable como un desierto. Respira despacio, nadie te quitará el aire, aún. A gatas irte hasta el fondo de la cama. Cruzar los Urales. Con todo el frío sobre tus manos. Limitar lo imposible, la luz del universo. Solo es un gesto contra la lejanía tu mano abierta. Estira la mano lo que puedas. Para empujar la ventana en un último esf
  Ya después le dije que no me la agitase mucho. Se ponía rabiosa escurriendo primero, luego arriba abajo, yo cogido a su cintura, después de tardar un siglo en llegar a la taza. Ella era dispuesta en eso, nada de escrupulosa, por eso le dije que iba a ir al cielo, tú Cintia, del mismísimo Potosi, irás al cielo desde Irumpampa Chica, rodeada de hermosas flores amarillas de cactus, como la mismísima Mamita de Cotoca. Yo nunca había tenido aquella premonición, que en un viaje de esos tan largos desde la galería, a que me la escurriesen iba a sentir el vahído de aquella forma en que te nublas y supones que el gran viaje comienza primero con una sombra, luego lo poco que te sustenta ya no ejerce, y tienes ese ligero instinto de cogerte más a Cintia, hasta que nada, nada de nada, yo ya le había dicho que estaba próximo a que me quemaran, en La Esperanza, entrando por un arco lleno de ilusión primero, subido por unos gatos hidráulicos, apareciendo por magia en el féretro para el llanto de lo

LILIT

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Yo soy Lilit, la esposa orgiástica que descubrió la noche. La que puso sobre su cuerpo desnudo una cadena de diamantes. Y se paseo entre bancos vacíos y farolas llenas de luciérnagas. Yo he aplacado la soledad de corazones repletos de agua. Y he dado vida a murciélagos rotos por las ramas. Y he mirado en el fondo de los vasos ojos hechos con pintura negra. Con otros Ángeles del mal he deambulado, surcando senderos con forma de cuchillo. Buscando bocas abiertas de ansiedad y faltas de alimento. Baje por oscuras callejuelas, entre hojas de arces rojas y amarillas. Rampante y silenciosa con los pies desnudos. Y ofrecí la eternidad de mi cuerpo escuchando maldiciones. Di de mamar mis pechos a seres desdentados. Destilé la esencia de las almas que ya no vuelan por las nubes. Regale llaveros y relojes a la muerte. Y acaricie con mi boca la verga del demonio. Yo soy Lilit y nunca muero. Jamás mi cadáver será encontrado. Llevo una cadena de diamantes y, soy invisible entre el violeta. Estoy

EL OVNI.

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Pernelin de la zona del Relloso, con casa de cuadra en el bajo, con cinco vacas holandesas, cabanón, gallinero, y adosado hacia poniente un saliente atendejado con uralita de amianto llena de moho verde, y líquines foliosos de todos los tonos y colores, vivos y brillantes. En el mismo frente estaba la sierra con el pico de la Pruida, adonde iba ahora con el carro tirado por dos bueyes de rasgos de cachena, con enormes cuernos donde se adosaba como bien caído el cornil del yugo, lleno de filigranas y pendones contra tábanos, aunque de calor no había, aún nada, podría decirse. Detrás, a la hora pasada, iria la Carmina con la parva, y para ayudarle a apalancar lo segado al final del barranco de la Crucellina, en día que se veía venir con ese clareado de mayo, con ese azul que solo Dios sabe poner en el cielo tan lleno de paz y concordia. Cuando llegó Pernelin al prado del Boyado, ya había chistinos revoloteando como si presintiesen la muerte de la hierba, y lo que volaría diminuto, graja

TE DIGO SOBRE LA PENA

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  Tengo que decirte que ahora me da pena la justa. Antes me daba más pena. En el pasado me daba pena mi madre. Mi padre me daba menos pena. Dar pena hasta de llorar, ni eso, no lo recuerdo mucho, pero ahora de cualquier cosa, ya te digo, me da pena la justa. Ayer de un perro abandonado que me miró con aquellos ojos. No tuve pena. Y eso que la tristeza de los perros en los ojos de frente es de un especial muy profundo. Una eternidad triste. Para qué si te  mento  a los viejos. Podrás  decir que son los años. O lo que sea. Quizás uno cambie. Sientes el viento silbar en la noche y ya no tienes pena, Solo  esperas que te aguarde la mañana. La esperanza es esa. No hay otra cosa en la espera. El arbusto que rompes y deja ese rastro de savia sobre tus dedos, sin darte más por su muerte. Sin darte más tanta gente  quebrada  de fatiga. Si hablas de la guerra. Tampoco hay pena por el ansia de la vida que has truncado. Y que decirte de  mí , ya de viejo, que me doy un aire en el espejo de lo que