YA HE DEJADO DE VERLO AQUÍ.
Nunca me quité aquella cara de la cabeza.
-Es muy posible que siempre encuentres lo que buscas si lo haces obsesivamente.
Presentí que era él cuando posé mi mano sobre su
hombro, y se dio la vuelta. Breve instante aquel en que me miró a los ojos y yo
miré los suyos. Un segundo de pensamiento puede tener un gesto furtivo de
bestia acorralada, y él lo supo, no había hacía dónde correr. Le dije, pienso me que conoces, y el me siguió mirando sin decir nada. Había una extraña
luz de medio día como cuando las nubes se mueven suavizando la claridad.
Nuestras sombras aparecían y desparecían en una extraña osadía que era como un
presentimiento que se difuminara levemente para volver con fuerza. Su brazos
llenos tatuajes carcelarios, sus facciones escuálidas de pómulos prominentes. Le
dije, ahora sé fijo que me conoces. Sus ojos se habían hecho grandes, apenas
parpadeaba como suponiendo una gran sorpresa. Le dije, te acuerdas de una mujer
llamada Julia, aún cruza las piernas, y por las noches grita horrorizada.
Ahora, sus ojos se cerraron, casi se cerraron, como si un recuerdo le hubiese
taladrado las sienes, al mismo tiempo que daba dos pasos hacía atrás, como si
de repente hubiese comprendido los susurros del mismísimo Belcebú en la orilla
de su alma.
Al sol le tocaba el instante de una nube oscura. Mi
sombra casi deshecha levantó una grotesca forma de bolsillo, y se escucharon
seis disparos. Se cayó de bruces, apenas unos instantes apoyado en sus
rodillas, luego de lado, y boca arriba, su boca abierta, sus dientes negros, y
un rastro de sangre en las comisuras. Fueron una paradoja sus ojos abiertos mirando
al cielo. A decir verdad casi nada de sombra en el contorno de su cuerpo
derrumbado. Me di la vuelta y comencé a
alejarme lentamente. Mientras caminaba sentí ese extraño placer que te da el
despertar de la conciencia y la venganza consumada. Por encima de mi, otra vez
el sol, bajo un fondo plenamente azul. Aún tardaría en esconderse para volver a
salir de nuevo.
Sus restos yacen borrosos, disueltos en mi
satisfacción. No siento ningún vértigo cuando me miro a mi mismo, y avanzo como
una aparición.
Ya he dejado de verlo aquí.
Comentarios
Estupendo relato Kenit. Me gustó muchísimo la fluidez con la que narras, la sensibilidad con la que explicas algunos acontecimientos.
"Había una extraña luz de medio día como cuando las nubes se mueven suavizando la claridad"
Lo dicho, Kenit. Genial.
Espero leerte más pronto ;)