LARGO DÍA.
Estuve cierto tiempo cercior a ndome si es que me miraba con ojos tristes, siempre al levantarse, como si tuviera todo el día por delante. Me olía a tres días de distancia. Y su pelo era una selva llena de moho y líquenes verdes. Aún así. Yo tenía ganas. Y la puse mirando a los platos sucios. No sé cómo decirte. Al principio entraba mal. El ambiente era de domingo gris, lluvia que venía de poniente. Los cristales no dejaban mirar lo que se agitaba, ramas vivas. Tuve un presentimiento, era yerma, pero yo empujaba. A veces me imaginaba mariposas sobre los cristales, y algún sonido de gorrión desde la chimenea, y para el caso le decía insistente, siempre te quise. Una vez dentro de ella, me paré. En realidad no sentía nada. Sobre la nuca su pelo lacio abierto en dos, y unas espaldas muy grandes, y el culo donde yo estaba, blando, hiperbólico y gracioso. Yo no llevaba amor cuando se la empujaba por sorpresa. No había amor en nada. Si no hay amor lo ves de ...