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EXPRESS.

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  -Aunque sigas vivo, dejas de existir cuando los demás se olvidan de pensar en ti. No hace mucho yo le dije lo clásico que se dicen las parejas cuando el aburrimiento es como una carcoma que empieza a consumirlas, si es que nunca me has querido, se lo dije sin enfatizar mucho, como cualquier hecho usual. Sin embargo, para mis adentros, fui rotundo en la argumentación, es lo mismo que si le dices que la has querido siempre pero al contrario, la intención es la misma, en el fondo tratas de entablar una conversación de la que no sabes lo que va a durar, ni su desenlace. Aquella casa llevaba meses que se me había caído encima, derrumbado sobre mi en el sentido metafórico. Hacíamos vidas en alcobas diferentes, aunque cuando ella dormía yo me acercaba a la alcoba de abajo, y entreabría ligeramente la puerta y me masturbaba mirándola, tardaba lo mío, algunas veces el semen goteaba por la puerta y me descalzaba un calcetín para limpiarlo por higiene, más bien para que no lo lamieran los niñ

BARBARIDAD.

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  Por la barba que rodea mi cara me llaman “El Asomado”. Y es verdad. Parece que siempre estoy mirando fuera de mi mismo. Desde esta paraninfo escrutador, recito y digo mucho mejor mis poemas en los encuentros y tertulias literarias que frecuento. Ayer hice un poema sobre el fuego. En este poema relato (entre abstracto y coloquial), este fenómeno natural relacionándolo con el axioma de la vida: de cómo alegóricamente convertimos en cenizas cosas tan leves como el alma; de cómo el alma emerge vencedora del fuego, incombustible, sin una mala sombra negra; de cómo un niño instintualmente “mea” sobre un pequeño fuego hecho entre envolturas de papel y cegadoras volutas de humo. Todo tan ancestral como el instinto más profundo de nuestro inconsciente colectivo. Hoy le estoy dando los últimos retoques. Lo leeré esta noche en la penumbra de un anaquel lleno de libros guardando mis espaldas. Últimamente me gusta darle forma transcendente a los finales. El final de los poemas debe ser estricto y

VIDAMIA.

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Si mirabas su coño siempre estába de mala hostia, fruncido, pensando en un futuro lleno de incertidumbre, no el purito yoyito en forma de melocotón, con todo el porvenir por delante, que te dan ganas de abrirlo hasta la "gruñita" y estar allí chupando sine die. No. Atreverte con su coño tan trasegado, tan restregado, era de valientes. Sonaba una orquesta en el tercero, una perorata, el caballo viejo, luego yo soy el rey, luego bachata marronera, taka taka, y por los respiraderos de la cocina también sonaban aves del paraíso, y los cacharros de la vecina muerma, también aspiraban, espiraban detrás de otra lóbrega ventana los visillos como enaguas, inflados. Te confirmo que también olía a macarrones y tomate triturado. Y siempre estaba aquel fuerte olor a ajo refrito de la zona del Targoviste. Como no me dejó besarla en la boca le pase los labios por el cuello, le metí la lengua por las orejas, por estar sensibles no me dejó chuparle las areolas en forma de fractal y puntilli

AMOR.

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  Que retumbaba la “zumbina”, por allí abajo estaba. Los voladores silbaban largo, luego el estruendo de la “explotida”, pero yo por allí abajo con mi Paloma de siesta, con la boca aún el regusto a brazo de gitano, y bajando bien, cada vez más aquel olor a salmuera, aquel sabor entre dulce y salobre, sí, mientras, me emergían sonidos bobalicones de la losa del Perko, los niños rumbando, las mulas de los arrieros, al salvado, que bajaron a la fiesta, mientras yo abría el manjar de la Paloma y lo chupaba suave, muy despacio, por aquella senda que recorría dejando besos, notando como se movía a tironcitos hacía los lados, hacía arriba, ahora aquí, por ahí, sin pausa, y de este lado también. Todo lo que lleva armonía previa de repente se vuelve trágico en su desplome, sabía como era su pelvis, cogido su culo con mis manos, como se arrimaba contra mi boca una vez y otra, buscando aquella descarga entre miel pura, y brazo de gitano rancio, y al final la sal para matar el corazón, mi boca ple

ARADO.

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  Pardiño el Truñas, de Venavente de Armía, se levantó a xoncer a eso de las seis de la mañana, después de un trevado de lacón, y cuatro copas de orujo de pulpona de uva y de manzana. No muy lejos aún la noche se iba por los barrancos de Anxía como volcado en una sombra llena de incertidumbre. Cuando entró en la cuadra el buey Roxo, y el otro Manchado de púrpura supieron que la faena estaba en el carro, y sobre el carro un arado romano de gabitón de roble, timón de fresno, y lavijas de suave abedul. Puso los dos al tiro con un yugo de costillares, y salieron despacio. El carro ensevado se lastimaba, y hacia una cantiga de pena, según subiese o bajase penedos. Pasaron debajo de la casa del duque de Roque, de galería y critales limpios que daban vuelta al sol, pasaron por la plaza de la Fuente, y así , gimiendo emprendieron el camino de la Embrevada, medio cuesta, con aquella pesadumbre que daba llegar pronto, para ir a empezar a venir e ir con el arado, como si escribiesen. Dos días atr

PISTACHOS.

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Fue en la tarde del domingo de ayer, sobre las cuatro de la tarde, día oscuro y tormentoso, que le dije a ella: podríamos ir de siesta ya que esta oscuridad no está para reposo de sofá. Sí, esa oscuridad y lluvia persistente, de patio de luces silencioso, apenas una moto rápida por la calle y algún llanto de niño. Como dije, y aquel cielo tenebroso. En muchas siestas así, le suelto a la Teodora, salen niños deseados o no, por hembra diestra ataja culos, por hombre cansado que no se arrastra sobre el muslo para dejar la semillera. No fue Teodora mucho de la razón de levantarse de los brazos del sofá, pero al final, con alguna soflama de históricos culeos en su mente, por donde el hipotálamo, se prendió aquella lucecita, y las húmedas secuelas, más abajo de los labios menores que se pusieron a balbucear. Heme aquí, que yo salí primero en aquel viaje hacia la alcoba, y me despojé hasta el calzoncillo, metiéndome bajo la colcha. Cuando ella vino, yo seguía sintiendo lo incipiente. A pers

LÓGICA.

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  Se había hecho aquellos "apaños" en los labios, ahora ostentosamente abultados y pintados de rojo. A pesar de todo, no te creas que me atraía mucho su boca. En los tiempos muertos de los domingos, siempre estábamos con aquellos juegos. Ella se acercaba a mi y pretendía besarme, pero a mi no me apetecía mucho aquel extraño dulzor del pinta labios, incluso me pasaba ese desazón cuando yo tenía aquel deseo casi ansioso. De todas esas sensaciones no sé si podría seleccionar una para el recuerdo. Casi podría recordar el momento preciso en que habíamos dejado de amarnos, como si extrañamente no hubiese sido una degradación progresiva de los sentimientos mutuos. Pero de los momentos íntimos no guardaba nada especial en mi memoria. Cuando hacíamos aquellas extrañas ceremonia era porque quizás estábamos, como dije, con cierta ansiedad, digamos, muy inestables psicologicamente. Oyes, egoistamente le decía, espero que tengas el coño limpio. Los juegos empezaban así, con simples pregun

UZES

  San Prostónomo de Roque de Uzes, muy venerado en la localidad de Pedraza de los Infantes, por la zona de Segovia, debido a su bondad y desprendimiento. Es sacado en procesión los Viernes Santo, y durante la fiesta parroquial del 8 de Agosto. Durante estas festividades, se le lleva en una artesa de cuatro palmos de largo con una tapa de respaldo que cierra un agujero de 230 milímetros de diámetro. Este agujero conducía a la cuadra a través de un tubo cajonero, específicamente a la arpilla de los conejos, donde los conejos se revuelcan, follan, y juegan mientras las miasmas del rectum, llevadas por la gravedad, descienden sobre un montón maloliente de restos de nabos con patatas y panceta. Hubo muchos indicios de milagro, tanto que el Papa tuvo que claudicar en el caso del día 8 de Agosto de 1958, un viernes abrasador en la carretera general, donde el asfalto parecía un chorro de lava, a las cuatro y media de la tarde. Fue en ese momento que el Santo, después de dejar a una mula mader