SÓLO HE VIVIDO HASTA AQUÍ PARA CONTÁROSLO.
De todos modos tengo que empezarlo. Me refiero a cualquier cosa. He notado que mi reloj astronómico lleva retraso. Tengo la impresión de que la panadería de Fabiano ya lleva abierta desde hace horas. Lo he detectado por el olor. Me sube ese rastro de las empanadas de bonito de los jueves. Incomparables. Esta noche reflexioné mucho sobre lo que me dijo Tristán, de que la vida son cuatro días, y eso, que estamos ahorrando, pasándolo mal, machacándonos y luego viene una mala enfermedad y para los gusanos o el incinerador. A mi lo que me dijo Tristán me lo dicen cada poco, pero como él ponía aquella cara de San Juan de la Cruz le di más importancia: los ojos hacía arriba, cerrándolos cuando te hablaba (así), como si lo sintiera de verdad. Ahora que ya estoy medio levantado es como si me quitaran un peso de encima, es como si fuera más ligero; también me huele el tubo de escape de esa máquina que va barriendo por la calle. Si me vieras como estoy ahora mismo se te quitarían las ganas.