A NO PODER RESPIRAR.
Todos esos años no se si fueron perdidos, quién juzga los años y los días que perdemos. Si tienes suerte solo puedes recordarlos. En el 1.988 hice gestos con la cabeza, hasta ese punto en que decía que sí y que no a la vez. En el 88, estuvo aquella inglesa -se llamada Anthea-, que dibujaba paisajes sobre paredes blancas, y arrojaba todos los colores, y gesticulaba con sus manos poseída de fuerzas misteriosas, y se acariciaba el coño con un dedo manchado de azul mientras me miraba con lujuria sin poder tocarla. En el 1.988 ya avanzaba sobre el tiempo de forma sinuosa y obsesiva. Si pudiera irme me iría al 90 de repente, sin sufrir. En el 88 bombardearon a niños ya muertos, y se crearon las enfermedades. Me abracé por primera escrupulosamente a mi mismo, por primera vez con mucho miedo en el 88, y tuve terror a salir a la calle. Por primera vez comprendí que ya avanzaba hasta la muerte por el 89, y en lo sucesivo. Reconocí el vértigo. Y pisaba escarchas en el turno de noche. A finale