ESPECULATIVO.
Dos sombras. Entre las sombras una penumbra indefinida. Todos los días recurro a mi escondite. Nidos a los lados con no sé cuántos corazones. Entre tantas posibilidades de felicidad tiene que existir alguna desdicha. He abierto mi puerta. Encuentro mi olor, y cierro. En mi bloque creo que estoy considerado como un ciudadano normal. De esos que cuando matan a la mujer y a sus dos hijos y viene la televisión a preguntar, la gente contesta: “a mi él me parecía una bella persona”, “muy normal, vamos”. “Ella traía los niños muy limpios y aseados” . Yo puedo considerarme de esos: comunitariamente normal. Lo que ocurre es que soy un “ especulador de convivencia ”. Me gustan las pequeñas fechorías, atentados nimios a los bienes comunes o individuales; digamos que soy un distorsionador ambiental. Os podría enumerar la cantidad de insignificantes gamberradas que he hecho, todas con un disimulo digno del más calculador de los asesinos. No quiero cansaros con pormenores, sería para