EL EXPERIMENTO.
Habiendo pasado sólo una hora sentado sin ningún efecto nocivo. Habiendo razonado mil veces que he de dar vueltas y vueltas para encontrar el final. He perdido la confianza de que esto sea un espacio abierto. De que yo pueda comprender, que con un leve impulso de una manilla abriré una puerta y podré salir en libertad. Dónde están los límites razonables. Desde dónde hasta dónde. Sabía que tenía que abandonarlo a su suerte. Lo veía sobre aquella perspectiva dentro del laberinto, caminando de un lado al otro sin ninguna coincidencia estadística que me hiciera mantener un nexo para identificar, alguna costumbre suya que se repitiese más de tres veces seguidas. Andaba y andaba con sus manos en los bolsillos. No diría con la mirada perdida, pues las paredes de madera apenas le dejaban una mera lejanía, quizás la esquina que doblaba para encontrar otra esquina idéntica con aquel color azul, idénticos los bordes protegidos por una codera de cuero marrón. De sus sensores podí