AITANA.
Hasta la saciedad es un sueño repetido. Me dice el Dios: Qué pregunta debo hoy hacerme. Aitana. Otra vez. Hay una parte de azar para que ocurra un suceso, incluso en toda inmovilidad aparente . Son antiguas paradojas: Aquiles y la tortuga, el arco y la flecha, sin alcanzarse nunca, o recogiendo un impulso. Aitana con su regazo abierto. Todo es posible, llevar comida hasta su nido. Ir allí donde no hay hambre. Aquí. Es muy cierto que antes de devorar digieres mentalmente la presa . Y que la imperfección está decorando las esquinas donde hay algo expuesto. Pero no estoy de acuerdo que para regenerarse todo debe destruirse. He sabido que de lo inanimado procede lo ani