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Mostrando entradas de enero, 2025

ESTIÉRCOL.

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De lo que a veces intentas huir cuando recuerdas. Qué fascinación hipnótica ejercían en mí aquellos insectos de guerra. Los escarabajos peloteros moldeando bolas de estiércol bajo el sol despiadado de agosto, con una devoción ciega, casi mística. Eran guerreros condenados, sus corazas negras destellaban como armaduras, avanzando con obstinación suicida hasta que el cuerpo les fallaba y quedaban inertes en el polvo seco. Era un niño de campo, un salvaje. Cuando iba a gatas, me llamaban “cacadevaca” cada vez que mi curiosidad me empujaba a tocar, a oler, a hundir los dedos en los montículos parduzcos donde ellos danzaban. Cuando agosto agonizaba, las tardes eran largas y pesadas, como si el tiempo mismo se derritiese en la brisa ardiente. Las contraventanas cerradas encerraban un calor pegajoso, sofocante, pero yo huía al exterior, a la frescura áspera del estiércol seco, escarbando en busca de mis criaturas mágicas: escarabajos, ciervos voladores, moscas de un verde metálico. Era un di...