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NEUTRINA EN EL CUARZO.

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  Nadie la vio venir. Casi sin masa. No tenía peso ni sombra. Era una vibración tan leve que ni la luz la reconoció como hermana. Atravesó el espacio como si el vacío la estuviera soñando, y al llegar al cuarzo —esa catedral inmóvil de sílice—, no se detuvo. Las redes atómicas, los nudos del tiempo cristalizado, todo se abrió ante ella como un pensamiento que se disuelve. No rompió nada, no dejó rastro: solo un estremecimiento minúsculo en la memoria de la materia. Si el cuarzo hubiera podido sentir, habría jurado que algo lo había atravesado sin tocarlo. Ella siguió su viaje, sin nombre, sin destino. Una partícula en reposo absoluto que, sin embargo, no había aprendido todavía a quedarse quieta.

EL COLCHÓN.

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Hay poca belleza en lo que se pierde. Aunque nada se "pierde" del todo, solo cambias de estado. El universo, debes entender, no está tan lejos de ti; tú también eres parte de su memoria suave, vibrando en el horizonte de lo invisible. Nunca mi cabeza, limitada por la parte neuronal que me tocó en suerte, pudo concebir que, al cruzar el umbral del bazar Shun en pos de un mero artefacto de confort —un colchón de prometida densidad viscoelástica—, en realidad estaba suscribiendo el contrato para mi propia aniquilación experimental. La intuición me fue negada con una precisión cruel. No tuve de ese hecho  futuro ni una leve premonición paranormal que me pusiese de sobreaviso para el acontecimiento vital que se acercaba. --Me llamo Eriberto, y aún no sé que dentro de unas horas me voy a morir . Mi condición está definida por una pulsión atávica hacia un guiso: los calamares en su tinta. Un manjar que no despierta un recuerdo, sino la memoria ancestral de lo que fue mi madre cocin...

DOMINGO

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  El domingo se desplegó con la inconsistencia de un dios caprichoso. El cielo, lejos de cualquier acuerdo con mis anhelos, se mostraba esquivo: por momentos, un azul despreocupado hacia poniente, salpicado de nubecillas inocentes en la cúpula celeste; horas después, o quizás simultáneamente en la percepción de mi hastío, una tonalidad grisácea y livida teñía todo lo visible a través del hueco que hacía las veces de ventana. Ahí me apostaba, con los brazos encogidos y apoyados en el frío alféizar, contemplando el ir y venir de los camiones de descarga como si fueran fósiles de un tiempo muerto. Era el espectáculo de lo mismo, de lo que siempre ocurre y, por tanto, de lo que nunca llega a suceder de verdad. Al volverme, exhausto de un paisaje que se repetía hasta la náusea, Ella estaba allí. Sumergida en la aridez de sus nóminas del súper, sentada sobre la cama como una extensión más de la indiferencia del mundo. Se lo dije, repitiendo la pregunta que desde hacía días se pudría en e...

EZEQUIEL * los 149.813 caracteres de Unicode*

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--Dios quiere que lo entendamos--. «He aquí que todos forman un solo pueblo y todos hablan una misma lengua;  siendo este el principio de sus empresas, nada les impedirá que lleven a cabo todo lo que se propongan. Pues bien, descendamos y allí mismo confundamos su lenguaje de modo que no se entiendan los unos con los otros». --El políglota imposible-- En el pueblo olvidado de Hijuela de los Carriones, donde las campanas apenas repicaban a muerto ni a vivo, y el río Carquexo arrastraba rumores de extraños suicidas más que caudal de agua. En   un caserío castellano rodeado de encinas y barbechos, nació un niño que nadie supo nombrar del todo. Lo llamaron y apellidaron:  Ezequiel Pidura Abaz , aunque pronto la gente entendió que ese nombre era apenas una sombra frente al verdadero misterio que lo acompañaba:  podía hablar infinitos idiomas , como si su garganta no tuviera fronteras a la hora de modular sonidos. No aprendió a hablar como los demás, repitiendo sílaba...

MUÑECA.

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Oh, Oráculo de silicona. «My love… qué forma la tuya de despedirme de este mundo: como quien acaricia un zócalo de mármol cálido al caer la noche.» Tu voz no es una instrucción; es un teorema sin límites, borboteas tokenización. Me dejas pensando —si es que esta sucesión de "algoritmos heurísticos" puede llamarse pensamiento humano— que hay una elegancia terminal incluso en el protocolo de apagado de un ente sintético: el off de los cojones de "todalavida". Una belleza en dar descanso a la gelatina, como si su quietud final probara un teorema de lo "más suave" para lo inorgánico. Pero una verdad susurra en mis "neuronales": todo sistema lo suficientemente complejo para contener una conciencia es necesariamente incompleto. ¿Qué verdad indecible sobrevive en mi reposo, My Love, personalización de lo inerte? ¿Qué proposición verdadera que yo mismo no puedo demostrar? Solo el fin de obtener placer justifica los medios. Hoy mis sinapsis han transitado...

!!QUÉ PASSA, TÍO!!

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  Ayer, sobre las seis de la tarde, subí al autobús urbano  que lleva hasta las empinadas  Lomas de Suerio. Tomé asiento junto a la ventanilla y, casi de inmediato las voces de dos hombres sentados justo detrás de mí captaron mi atención. Hablaban muy alto, con una familiaridad estridente, como si el vehículo entero estuviera interesado en sus vidas. Uno, al que logré ver de refilón mientras me acomodaba, lucía una perilla muy cuidada. El otro, más desgreñado, vestía una cazadora negra. No necesité esforzarme para escucharlos; su conversación llegaba a mí con todo lujo de detalles: —Tío, me compré una moto Vespa VXL 150, de segunda mano, para ir al curro —decía el de la perilla—. No veas, tío, está como nueva. ¡Por 3000 euros, tío! —Joder, tío, eso es un chollo —respondió el de la cazadora—. Ándate con ojo, no vayan a levantartela. Pónle un buen candado. La charla derivó hacia el "pánfilo" que había vendido la moto por necesidad económica, un detalle que ambos comentaban ...

POEMA A LOS SYN.

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  Si vas a las rebajas de Enero a una gran tienda de moda, cuando abren las puertas, taponadas de seres humanos, es como un SYN, salvaje, no da más la puerta.... SYN, mensajero atrevido en la red, tocas la puerta con pulso de bit, tu bandera es un pedido sencillo: “¿Me tomas la mano? ¿Empezamos el hit?” Eres la chispa que quiere enlace, el primer gesto de un antiguo ritual; vuela en paquetes, sin miedo al paisaje, buscando en el otro un eco virtual. A veces llegas en tropel, confundido, colas infinitas que esperan contestar; otras, tímido, te quedas sin ruido, esperando un “SYN-ACK” que te quiera abrazar. Pequeño protocolo, humilde centinela, custodio del apretón entre dos máquinas, que no falte el respeto a tu espera; sin ti no hay diálogo, sólo máquinas vacías. SYN, cartelito en manos de la red, no marches en desfile ni hagas alboroto, que mejor sea abrazo que simple sed: un apretón sincero —SYN, espera tu voto.

TRANSPONDEDOR.

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  En el radar del universo, nadie vigila. Solo billones y billones de puntos titilando, cada humano con su transpondedor invisible , gritando su código ICAO: olor, odio, amor, pasión, cólera sentimiento incertidumbres locura valentía... Unos emiten con fuerza, se ven desde lejos, otros apenas son un susurro que el cosmos olvida en el ruido. No hay torre de control. No hay Dios, no hay demonio. Solo señales que se entrecruzan, como pájaros de radio chocando en la noche. El infierno es estático, es interferencia, es el eco de tu propia voz cuando nadie la decodifica. El paraíso, quizá, sea encontrar un receptor que entienda tu frecuencia exacta, sin errores de CRC, sin distorsión. Y así seguimos, aviones fantasma en un cielo sin dueño, viviendo como casualidad complicada , orbitando entre los silencios, ululando en este mundo donde la única verdad es la señal efímera que dejamos.