EL DE LA BATA AZUL
No sé qué día desperté a las tres de la mañana. Pongamos un día cualquiera. No importa. He perdido esa dimensión que llaman tiempo. Ya no es mensurable para mí. Ocurre que ya no soporto recordarme. Y mi problema, ahora es dejar la mente en blanco, o lo que se dice para describir no pensar en nada. Aunque no sé si alguien habrá conseguido esto. Pensar en blanco no es pensar en un tendal blandido, porque eso ya es pensar. Pues que me digan cómo. Me han admitido por causas que desconozco. Por “episodios”, caracterizados por sentimientos ansiosos y diversos síntomas concomitantes, (palabra extraña), con desviaciones somáticas a escalofríos, palpitaciones, agitaciones estomacales, falta de apetito, y sin iniciativa. Al de la bata azul le hablé que no me apetece moverme. Andar desde aquí hasta allí, para qué. Doblarme para qué. Sentarme en el water para qué. Y el de la bata azul masticaba un lápiz. Y me comía con los ojos, pero no pensaba en mí. Había entrado una zorra de culo alto, y bue