DE LO QUE ESTÁ MUERTO.
De lo que aún queda. Del resto incruento, con cuya diferencia se hace lo absoluto. Un ejemplo importante del espíritu es la ceniza, todo está incluido allí, incluso el espíritu de los árboles, lo que fue solemne ante tus ojos y endeble bajo el fuego. En la ceniza están los pensamientos, de un pequeño y disimulado color gris claro. Y el amor en forma de polvo diminuto que lleva el viento, y el sol hace vivo en forma de lanza que se clava sobre el techo. El espíritu de los muertos que salen por la noche está hecho de cenizas. Y algunas chozas cercanas al Monte Oku que brillan con la luna, y cobijan niños negros con ojos del color del volcán. Las raíces van hacía las cenizas, allí donde la lluvia las filtra, y de la ceniza nacen flores blancas de pétalos comestibles y olores suntuosos. Hablo de las cenizas invisibles que llevas en tus manos. Del rastro indeciso que dejan tus ligeros pies de bailarina. Las que quedan en el pan, las que al quemarse huelen com