COSAS MÍSTICAS.
Para que un atardecer te compense tienes que tener un buen ánimo. En la época de Franco casi todos teníamos frenillo en la polla. Yo a Marcial le enseñé a hacerse una paja cuando hacíamos la mili en la marina en el Ferrol, pero sin cogerle la polla, que yo maricón no soy, me la casqué delante de él. Se extrañó tanto cuando vio salir la leche, que quedó con los ojos como puños, de que de allí, aparte de mexo, nos saliese leche como a las cabras. Te digo que ni nos fijábamos en los atardeceres sobre la ría de la tristeza que había. Había una plaza redonda, y Franco estaba allí, sobre un caballo enorme, por si pasaba algo. No recuerdo ahora donde estaba aquel bar donde íbamos a tomar mistela, cacahuetes, higos pasos y torreznos. Nos quitábamos lo de marinero y nos poníamos lo de paisano, en una pensión a las afueras de Ferrol, barata, una habitación para tres. Tomando mistela conocí a Catuxa, que por lo visto era de Serantes, y como era fea no ligaba nada y acabó fijándose en un pelón