¿Y QUIÉN ME HABLA?

Algunas veces pienso que aunque no esté el mar aquí (me habían dicho lo de la caracola), y pongo las manos como un cuenco sobre mis oídos, parece que lo siento. Lo de las caracola debe ser una leyenda urbana. No hace falta. Al despertarme lo primero que hago es abrir la ventana para mirar la calle y me viene ese vaho a rueda y a gasolina, si doy la vuelta y miro mi cama deshecha huele a mí, profundamente a mí, es el cubil de todas las noches. Dejar a los locos sueltos no es bueno. Un loco en soledad está doblemente loco. Yo me ensueño y ensueño, así se soñaron los sueños de la historia sagrada. Mi imaginación estuvo encerrada en el pabellón de los inmortales, de los que algún día vendrán a socorrerme, y me tenderán su mano cálida, para llevarme para siempre de este sufrimiento. No se sabe si el rey Salomón utilizaba calzoncillos de felpa; pero lo que si era cierto y viene a cuento, es que tenía poderes mágicos. Según dicen los historiadores más fidedignos reunió a todos...