ETERNIDAD.

Siempre me he preguntado qué sería de nosotros cuando ya no estuviéramos aquí. Cómo sería el mundo sin nuestra presencia, sin nuestras risas, sin nuestros sueños. Me he pasado tiempo reflexionando sobre esto, intentando encontrar respuestas en el silencio de la noche. Un día, alguien abrirá nuestros cementerios y les llamará catacumbas, pensé. ¿Qué sentirán al caminar entre las tumbas, al leer los nombres y las fechas que nos definen? ¿Se preguntarán quiénes fuimos, qué nos apasionó, qué nos hizo felices o tristes? O estaremos en el humo que queda al quemarse las flores, reflexioné. Ese humo que se eleva al cielo, que se desvanece en el aire, que nos recuerda que todo es efímero. ¿Qué queda de nosotros después de que nos vamos? ¿Un recuerdo, un susurro, un aroma que se pierde? Palabras que debo decir llenas de sentimiento, pensé. Palabras que expresen la profundidad de mi amor, de mi dolor, de mi miedo. Palabras que sean un legado, un mensaje para aquellos que se queden. ¿Qué ser...