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BIOGRAFIA

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casi todo el mundo tiene biografía vas al buscador universal pones cualquier nombre de los que escuchas el algoritmo se pone a escrutar y allí está fulano de tal o mengano nació en no se donde y escribe versos o hace novelas policíacas o ensayos sobre los colores luego pone cuantos eucaliptos han talado sus últimas ediciones otro que se llama zutano de tal escribe cosas de la vida digo esto porque yo quiero ser alguien cueste lo que cueste hasta ahora he trasformado serpientes de acero he triturado piedra he contado ladrillos he puesto cables de telégrafo para colgar la ropa y he contado bites con los dedos apareándolos dos a dos para que no estuviesen solos pero soy auténtico quiero poner mi nombre fulano zutano mangano y que esté allí nació el día tal y tal y parecía gilipollas pero espabiló y escribió un poema en forma de algodón que bajó de los cielos como la cagada de una paloma

LOCURA

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últimamente me devoro a mi mismo es esa sensación de llevar la lengua de bufanda de saborear la luna o quemarse con el sol cuando lo limpio otras veces parece que mis brazos me dan vueltas y como la fruta de los árboles y apago las bombillas siempre con esa sensación y mal sabor de boca otras mi piel es una toalla que llevo como un jersey sobre la espalda para rozarme en los autobuses cuando frenan comerme a mi mismo viene de viejo primero los dedos de los pies al final la propia boca para ser invisible arrastrándome con el aire y es que estoy loco llevo de loco mucho tiempo lo digo en este segundo de lucidez que reflexiono contar todas mis locuras seria muy largo llegar a ser loco lleva su tiempo

DE PIE.

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Algunas veces cuando a eso del amanecer me levanto de la cama, me empiezan a venir los pensamientos, y pienso que lo llevo haciendo así, con el mismo rito, desde hace años. Y pienso que quizás no hay otra forma diferente de hacerlo; y pienso, muchas veces, que no hay otra forma de pensar diferente. Cuando lo hago, me refiero a lo estrictamente terrenal; decirme a mi mismo: ¡joder!, otra vez vivo. Al levantarme, algunas veces, antes de posar mis pies desnudos lentamente, me imagino que debajo no hay nada, no existe la alfombra, ni el parquet; y, circunstancialmente, no existe el lugar en el que debo sustentarme: sólo un vortice en espiral que da vueltas y vueltas. Me han dicho que esas sensaciones son de tránsito hacía el abismo. Lo he consultado con especialistas de la mente (del cuerpo, para qué), y han meneado hacía los lados sus cabezas reflexivas; lo que me ha dado pie (valga la redundancia) a empezar a preocuparme. Desde hace unos días he considerado esta sensación como enfermiza,

FIESTAS.

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Soltaron a los solteros y a los casados bajo un sol de justicia, a eso de las seis de la tarde, en el campo de futbol de Ardura para las fiestas de Santa Verónica. Pusieron las atracciones en el campo de la iglesia, por la parte de atrás, en la explanada de los madereros, que estaba vacía. Los casados se emplearon a fondo, entre mucho polvo. A la Verónica la habían sacado por la mañana, con gran recogimiento y toque de campanas. Los voladores los iban tirando desde un carro, Prisciano, el hijo de la Justa, y Cosme el hijo de la Rabuca. Los solteros dieron muchas patadas en las espinillas. La virgen iba con manto nuevo que había bordado la viuda de Don Nazario, el de la Ferretería. En la plaza del pueblo pusieron la jaula de madera con la vaquilla. Estaba escuálida. Yo le vi los ojos al pasar y daba pena el mirarlos. A las diez de la noche la soltaron, la azuzaron, la torturaron, y a las doce la volvieron a meter en la jaula para el día siguiente. Yo no quise volver a pasar por allí, pa

LA ROJA.

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La enciclopedia de las calamidades humanas describía semejante clase de suplicio, típico al parecer de las regiones y pueblos orientales, estuvo muy en boga especialmente entre los turcos. Los reos, desnudos y ensartados en palos muy robustos y primorosamente afilados, cuyas puntas sobresalían a través de sus espaldas, hombros o boca, permanecían agonizando largo tiempo, expuestos delante de las fortalezas o castillos señoriales, para que semejante final sirviera de señal ejemplificadota o aterrorizante a todos los demás. Y aún así, mi alma que ha salido de mi cuerpo, ha extraído de los anales de las historias antiguas descripciones figuradas de torturas sublimes al lado de pendones, y banderas coronadas. Mi alma, se dispone hoy a verme, delante de mi Full HD", 60 pulgadas (152 cm) 16/9, 100Hz, TDT HD, expuesta a los terrores inmediatos, empalado sobre mi sofá cama, amplio de cerveza en mi nevera, con dos empanadas de bonito, y tres de carne. Estaré aquí, ligero de ropa, desde la

CARONS.

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Quizás esa fragancia que deja en la escalera sea de un Carons Poivire. No es descriptible el olor que desprende, no sé que semejanza floral adoptar; pero esa esencia que impregna mi entorno, me revive y hace descubrir en mi nuevas sensaciones, que me impulsan a devorar su efluvio , a acosar su espacio con instinto animal. Cada vez me recreo más, y considero que el volumen vital que ocupa es parte de mi vida. La parte más repugnante de su cuerpo podría ser un excitante alimento para mí. Ayer acabé de construir el Introescopio, he calculado su cánula y el foco luminoso, el cable trasmisor, y el módulo receptor. La longitud total a la que puede llegar es de seis metros, desde el conducto común del aire acondicionado, que bordea la estructura intermedia del edificio al nivel de nuestra planta. He hecho cuatro intentos con resultado desigual; en principio sólo he obtenido por el visor óptico leves sombras, entre claridades rojizas que me indican que en el trayecto no ha encontrado ninguna s

LAS ESTRELLAS QUE AÚN NO HABÍAN SALIDO.

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Descuelgo el teléfono de la mesita y era la de Vodafon: “Sr. Cosme Luiña, tenemos una oferta de tarifa plana, y no sé cuantos canales de televisión”, y esto todo que os cuento, a eso de las nueve de la noche, y la parienta al lado, y esto fueron siete días seguidos a eso de las nueve de la de la noche, o tarde, que en el verano, vete tú a saber, y era la de Vodafon u otra operadora , siempre con esa voz suave con cierto deje que no era español, sudamericano, colombiano, podrías ser, y la parienta al lado, que casi se oía: “Sr. Cosme con que operadora está usted”, y la parienta a eso de las nueve de la noche, todos los días mientras veíamos algo salvaje en la tele, con la luz de la mesita en penumbra, la ventana abierta de par en par por donde entraba todavía claridad de un día muy largo, por donde entraba el calor de esa forma tan vaporosa, y allí estábamos “esponzorrados” en la cama matrimonial, con mucha humedad sobre la piel, yo con unos calzoncillos floridos y ella con apenas una b

ENCERRADO

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Había salido como de costumbre por mi ruta habitual para el trabajo. Me refiero a todo lo cotidiano antes de abrir la puerta de salida de mi casa, enfilar el portal presuroso y ver delante de mí la avenida Sta. Isabel de Portugal. El día de Julio había empezado plomizo, alguna nube baja y mucha luz. Por esta avenida solía caminar unos trescientos metros hasta desviarme descendiendo por los callejones del casco viejo, en la zona del barrio de Loyola. Cuando iba descendiendo por la peatonal de Crisólogo sentí un trotar fuerte de lo que parecían reses y me volví para observar de donde venía aquel ruido. ¡Qué decir! Pude ver con nitidez: dos berranditos colorados, y uno negro al sesgo, empujándose al desplazarse, dos murachados mamporreros, todos con una cornamenta “ansí de grande”; más atrás venían los toros: uno navarrito, un jijona colorado, y cuatro miuras negros como el betún. Estaban armados para arriba que daban miedo. Apenas discutí conmigo mismo. Empecé a correr despavorido

RESPLANDORES

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Pues no sé si estoy cansado, o ando con síntomas de querulancia, o con presentimientos de una ola gigante, o desarreglado, desangelado, alelado, agilipollado; desaborido, digamos que todos los sabores que he probado hoy son insípidos, y que tampoco hay fragancias en el ambiente, y que más bien mi entorno es un revoltijo de piñata humana. Lo que noto es un vapor de agua o de algo que debe subir de la tierra hacía el cielo, como evanescente (porque pesa menos), que hace temblar el ambiente ondulando lo amarillo, lo azul y lo blanco, si lo miras al refilón. Se está evaporando todo, es la desintegración, la conversión y transición de mi piel al color y la textura de la mojama. Digamos que he venido aquí huyendo de no sé donde; a veces pasa eso, todo el año esperando para huir como un fugitivo, y ahora echo de menos los churros y el café con leche de la Tropical, y aquel olor mañanero a anís que sale de la trastienda, o a lejía que sale de los inodoros; y me parecen casi ceremoniales las bo

ASOMADO

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Por la barba que rodea mi cara me llaman El Asomado . Y es verdad. Parece que siempre estoy mirando fuera de mi mismo. Desde esta paraninfo escrutador, recito y digo mucho mejor mis poemas en los encuentros y tertulias literarias que frecuento. Ayer hice un poema sobre el fuego. En este poema relato (entre abstracto y coloquial), este fenómeno natural relacionándolo con el axioma de la vida: de cómo alegóricamente convertimos en cenizas cosas tan leves como el alma; de cómo el alma emerge vencedora del fuego, incombustible, sin una mala sombra negra; de cómo un niño instintualmente “mea” sobre un pequeño fuego hecho entre envolturas de papel y cegadoras volutas de humo. Todo tan ancestral como el instinto más profundo de nuestro inconsciente colectivo. Hoy le estoy dando los últimos retoques. Lo leeré esta noche en la penumbra de un anaquel lleno de libros guardando mis espaldas. Últimamente me gusta darle forma transcendente a los finales. El final de los poemas debe ser estricto y

RELLANO.

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Mi bloque es de los antiguos, y no tiene ascensor. Son seis plantas y subir al quinto me cuesta lo mío, me lo tomo con calma las cuatro veces que suelo subirlo y bajarlo cada día. A saber: a eso de las siete y media de la mañana, a las dos de la tarde, a las siete de la tarde, y con alguna costumbre, si voy a la sidrería, a las ocho de la tarde. Los domingos tengo una rutina de bajada y subida menor, porque duermo la siesta. Muchas veces había visto a Mariola y a Paquita en el rellano del tercero. Son vecinas de puerta, con aldaba una, y santón de los antiguos la otra, sobre las mirillas de corredera .Siempre estaban así (ahí) con sus catarsis: “Y me dijo ella” “Y yo le dije” “Y la muy fresca me contestó”. No parecían llevarse mal del todo, con sus bolsas de plástico del Alimerka arrimadas al zócalo de madera. Y sus :”Pues hija, eso me dijo”. “No me lo puedo creer”, o, “Vaya morro que tiene”; “Y ella me contestó, textualmente, déjala en casa de tu madre, la muy falsa”. Cosas así se

LA SEÑAL DEL SACRIFICIO.

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Llevo esperando la señal desde hace muchos ancestros, porque yo soy el sucesor, y en mi han puesto a la vez las mismas proporciones de amor, odio y violencia. Mirándome a mi mismo, también he encontrado varias arrobas de miseria, que me pesan y me hacen doblarme sin descaro hacia el suelo. Estoy hecho para blasfemar, me lo habían dicho: Dirás tú nombre en vano, y te abrazarás a todos los que te encaran para hacerles una cruz en la espalda, marcarás su cuello para que un día sean sacrificados si suben a la montaña en el día de su onomástica. Te estoy esperando a ti con tú piel recién mudada, tersa, llena de escamas recién nacidas, a ti que vas con branquias por la ciudad y te asomas a las ventanillas para respirar y decir adiós con los puños levantados. Tú eres el señalado y debes presentarme todos los pensamientos, los que te hacen angustioso el camino, los que te hacen imperfecto. Para ser digno, debes contarme cuantas veces has sido premeditadamente falso haciendo tus negocios, paran