QUE SE ME QUITAN LAS GANAS.
Rózame. El alma cubierta de piel. Pásate por aquí de arriba abajo en hora punta. O como quieras. Deslízate, repta. Siquiera tu mano extendida. Suele decirme versos así, cosas así que suenan tan bien, tan bien. Está claro que el alma no tiene piel, pero me apasionan sus versos. Me quedo pensando, no los entiendo, pero me quedo pensando tan extrañamente bien. O bésame sobre el piélago de mis labios. (Qué coño es eso). Pero me empalmo. Pero me hace buscar: en el diccionario. ¿Tienen algún sentido algebraico sus poemas? Yo subo por el mismo borde de la acera y es el filo de la navaja, me miran los retrovisores de los camiones de reparto. Bajan alacenas enteras de langostinos y sucedáneo de marisco, tarritos de pimentón picante, pañales de niños, servilletas y montones de chuches de colores. Bacalao, tarros de mermelada, helados de vainilla. Pilas de petaca, bayetas, escobones con forma de bigote. Y llevo tu mano aquí desde ayer en el aductor izquierdo, acariciándome un