POST MERÍDIEM
La lagartija, partida en dos, moviéndose las dos partes. La lagartija sin cola en línea recta sin timón. La larga colita dando tumbos algunas veces avanzaba. La larga vara de avellano con un leve rastro de sangre fría esperando la decisión. La parte de la lagartija que tenía cabeza y vida, impulsando la cola unos metros sobre la hojarasca, esperando que sus movimientos fueran a menos, como así fueron a mucho menos, hasta que casi no fueron nada, en un gesto curvo su espera. Lo abandoné todo y proseguí. Yo veía el sol en todo posado, y apreciaba las sombras en todo lo que estaba a merced del sol. De una forma u otra la ladera era entorno a un monte descarnado a veces, otras veces lleno de brezos con insectos de muchas clases, haciendo volanderas sobre flores del color del vino. No sabía que había salido de dónde. Ahora lo recuerdo. No sabía si subir o bajar o ir hacía los lados, no sabía si al tomar una dirección cualquiera retornaría al lugar original. La la