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21.900 DIAS.

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No sé lo que vendrá, se dice: aún, pero en esta vida tuve profesiones muy diversas. Algunas veces por sueldos de mierda tuve que le limpiar la cuadra del diablo. -Belcebú paga mal y tarde, cuando paga-. No era agradable, tantas almas, tantos corchos de botellas; los olores, los restos del estómago saliendo hacia las alcantarillas. En aquella época me sentía guapo, musculoso, hacia posturas delante del espejo. Manoseaba los pliegues en mis hombros, torsos bañados por el sol. A estas horas, ha venido, ha vuelto la noche, el día, así repetido ventiun mil novecientas veces. Y estoy en la orilla de los desamparados buscando unos brazos que llevarme al cuello. Haciendo resumen de los besos desdeñados, de los desprecios dados al verdadero amor. Junto a mi, mi imagen encogida, jirones de piel, manchas en mis sienes, islas en mi boca temblorosa. Las comisuras con un rastro brillante de humedad. Ocurre, que he limpiado muchas veces la cuadra del diablo, y guardo los recuerdos, los más sonados,

LUEGO TOMAREMOS UN CAFÉ.

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Fuimos de la opinión de que si llovía teníamos que abrir el paraguas, hasta ahí de acuerdo, incluso, como caía mucho sol, el paraguas también abierto, totalmente de acuerdo, para pasarle el brazo, una posibilidad, el paraguas abierto.Me daba no sé que sus espaldas tan anchas, el culo igual, también muy ancho, las piernas tocándose entre si las rodillas, sentía de un lado su calor, avanzábamos posiblemente cogidos, aquello era ir cogidos, por algún motivo que ahora no recuerdo, con un paraguas abierto.Llegamos al succionador municipal de Santa Engracia, el que está al lado del estanco y una floristería llena de flores de camelias y gladiolos, siempre tiene flores así, siempre huele a fragancias y a tabaco el primer succionador de la calle Santa Engracia.Había cuatro delante y esperamos. Le dije, si llevas un euro suelto y me sujetas el paraguas te lo agradezco, yo tenía dos euros, sin preparación previa son tres euros, con preparación son seis, y le dije, hazme el favor, seamos prác

YA LO SABES.

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Yo no miro el cielo con pretensiones, lo miro por desesperación. - con angustia-. Así y todo, procuro no ser vertical en mi mirada para no molestar a Dios, qué sin duda está allí arriba. Cuando rezo pido por mi amor, no por los pecadores, a los pecadores que les den mucho por el culo, son unos reincidentes pecadores, a mi amor sólo quiero darle yo por ese sitio, y llamarle guarra, cuando encuentre la mierda que todos llevamos dentro, en nuestra alma. Yo sé que los santos están ahí, con sus barbas. la Virgen María, aún virgen, y Santo Tomás de Aquino. Al único que rezo, con veneración, es a San Francisco de Asís que cuida de mi gato. Pero a ti, mi amor, que no te toque nadie, que lo rajo, me cago en su puta madre, lo rajo, has nacido para ser mía. A veces pienso, mi amor, que guisas la mejor carne del mundo, con guisantes, pero no te engañes, no me la des, o hago con mi navaja trapera, caligrafía sobre tú vientre, y rezo un padre nuestro sentado sobre tu

Y YA ESTÁ.

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Nunca nos habíamos abrazado hasta las últimas consecuencias. Abrazarse hasta las últimas consecuencias, no sé qué es eso, es abrazarse mucho, es abrazarse poco, en realidad no lo sé. Hacía unos días le había dicho que teníamos que abrazarnos, no sé cuántos días hace de esto, pero se lo dije, le dije tú heridita va ha cerrarse hace mucho que no te la abro, también le dije, mi leche se está adulterando. Yo soy mucho de decir las cosas de amor a lo claro: huevos, leche, rabo, coño, lo de la heridita es una salvedad demasiado romántica.Un domingo el cielo no se ponía de acuerdo, unas veces azul a poniente y con unas nubecitas en el medio de la cúpula, otras veces (o a las dos horas) un tono muy gris y claro en todo lo que abarcaba a mirar a través de un hueco que casi era una ventana, por donde miraba a la calle y al cielo con mis brazos apoyados y encogidos. Mismamente cuando decidí dar la vuelta cansado de ver el paisaje Ella estaba allí revisando sus nóminas del súper sentada sob

YA NO CIRCULABA EL AIRE.

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Yo había abierto un poco la ventana, y Ella había abierto otra ventana, cinco minutos después. Después de después, Ella vino a decirme que había corriente de aire, que aquello, que esto, que no podía circular la corriente entre las dos ventanas un poquito abiertas tan sólo. Bien. Ella cierra mi ventana, y yo le digo, oyes, por qué tienes que meterte en mi vida, acaso yo me meto en la tuya –a todo eso habrían pasado unos seis minutos de circular el aire a través, a través del espacio entre las dos ventanas, a través de nosotros que estábamos entre las dos ventanas-. Proseguimos discutiendo sobre nuestros espacios vitales asignados, y qué hacer con el aire. Bien. Habrían pasado unos diez minutos, discutiendo sin levantarnos la voz, eso sí. Y llegamos a un acuerdo consensuado. Determinamos que ella había abierto primero su ventana, porque tenía todos los derechos adquiridos para abrir su ventana, y como tal, también, de dejar circular el aire -los derechos sobre el aire no habían sido

AÚN PUEDES SEGUIR VIVIENDO.

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THERMOMIX Ayer me compré una Thermomix. Sentí un impulso extraño y tuve que salir a comprarme una Thermomix. Ya estaban a punto de cerrar las tiendas. Me había tomado mi ración de  Quetiapina. Llegué con mi Thermomix envuelta en papel de regalo. Me gusta comprarme cosas a mi mismo. Está atardeciendo de eso doy fe por el color del cielo, un rojo que fue apagando su belleza. No tenía fresas, ni manzanas, ni una triste naranja. Me dije, joder, para qué me compré una Thermomix. Ya estaba la noche ahí, tan profunda como un tunel. Por la ventana no había luz a pesar de una hora más de vida. Fue emocionante desenvolver la Thermomix. Le dije al de la tienda, tú me la envuelves en papel de regalo , me hacía ilusión. Y ahora era emocionante. Hice la ceremonia (era un protocolo). La coloqué en el salón de estar, sobre una pequeña mesita, al lado de un butacón. Sí, la dejé allí. Me hice el despistado, di varias vueltas por la casa, me duché, me afeité, cosas banales. Al entrar en el salón, despué

COMO MI SUEÑO.

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Teníamos una parra medio muerta, desecada, llena de sarmientos mal agostados, dos manzanos donceles, tres cerezos gordales y un sauce llorón muy desparramado, al fondo de la huerta había dos mimosas que lindaban con la carretera. Cuando llegaba la primavera aquello se ponía muy lleno de flores y olía a dulce, si no fuera por la cuadra de los cerdos que estaba al lado. Cuando se abría la cuadra de los cerdos todo aquello era irreal, olía a corrala de cerdo, y a conejos, que también había conejos que estaban todo el día jodiéndose unos a los otros. Cuando llegaba la noche en primavera aún está frío, pero tiene ese tono limpio que es púrpura y que si no hay luna sólo se ven estrellas y el borde de las montañas, lo otro es materia oscura y bombillitas como luciérnagas que parece parpadean, no es que parpadeen exactamente, es que al moverlas el viento, en la lejanía, te parece que se modifica el tenue de la luz, quiero decir que en la distancia la luz es discontinua. Eran otros tiempos, tod

ARROZ BLANCO.

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Ella cuando llegaba a casa siempre me preguntaba que había hecho con todas las horas.Siempre era lo mismo, me preguntaba eso, y lo revisaba todo. Todo eran las cosas que teníamos, no muchas cosas. También me olía, a su forma. Yo lo sabía. Cuando alguien te huele sin que te des cuenta. Habían pasado un grupo de gaviotas sobre las ventanas del bajo cubierta y habían bombardeado tres cagaditas que se quedaron desparramadas como lágrimas. En la terraza se habían abierto tres margaritas. Las manzanas que estaban en un balcón se habían curado aún más. Cuando hice la cama quedaron tres pliegues a eso de la mitad, si le trazabas una diagonal, esa era la mitad. Le dije que por la mañana había estado en el infierno. Le dije que había bajado unas escaleras de caracol. Le dije que el abismo que veía era inabarcable, quiero decir que no se veía el fondo según bajaba, y quiero decir que cuando llegué al fondo no había nadie, aunque sentía voces

CANCIÓN SIN MÚSICA.

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No quiero tú asqueroso cuerpo, deseo tú alma. Se la he ofrecido al mismo Belcebú. Te lo dije, si abres las puertas del cielo hay una escalinata, cientos de vírgenes haciéndose dedos. La Sagrada Concepción chupándosela al cuerno de la luna. -Cristo lleva una mochila de explosivos- Te lo dije, deseo tú alma. Se la he ofrecido al mismo Belcebú. Ya no escaparás de mí, ya nunca más, en mi está tú fin. No quiero tú asqueroso cuerpo, dame tú alma. Se la he ofrecido al mismo Belcebú. Ya no hay más poemas de amor escritos en la tapa de un libro. Ya no habrá más amor, ni más sexo insatisfecho. He ofrecido tú alma al mismo Belcebú. Allí, donde mora el rey de las tinieblas se hizo el espacio. Allí, donde el rey de las tinieblas se abanica se hizo el tiempo. Allí, donde el rey de las tinieblas reposa se inventó tú muerte. No des más caricias, prepárate. He ofrecido tú alma al mismo Belcebú. Será tú cuerpo envejecido en una grieta, en los instantes de un hueco inexistente, en el filo de un cuchillo,

SOPALISTA.

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Estaba hasta los cojones de: El Caldo de Pollo, El Caldo de Pescado, El Caldo de Carne, El Caldo de Cocido, El Caldo de Escudilla, El Caldo de Jamón Ibérico, El Caldo de Verduras, El Caldo de Pollo bajo en sal, El Caldo Suave. Y se lo dije: Mira, Zulema, te voy a dar una hostia y luego te voy a partir el coño a pollazos. En el garaje me dicen que huelo a pluma. La taza humeaba hacía la lámpara de neón, había una arañita haciendo sus cosas, y tres mosquitos esperando a que nos durmiéramos. La tele estaba en la esquina hablando de Fukushima, - de japos con dos cabezas- y que el Zorro del Desierto había vuelto sobre las arenas de Libia, y no había amor. Solo caldo de gallina. A mi lo de la violencia de género no me gusta, no es el método. Mejor matarlas follando –tiene atenuantes si no eres muy hijo de puta-. Pero Zulema me quería tanto que siempre me daba caliente. A la gallina blanca le echan excitantes y conservantes que empiezan por E. Y me ponía lelo. Aquella noche sentí un fulgo

POSDATA.

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Si me la vas a meter por el culo, maricón de mierda, házmelo con suavidad. Ando deprimido, no quiero que me saques las bolas de los ojos. Yo podría metérsela a ella, tú me la metes a mí, y vamos a gatas a tomarnos un café a la Botica. Cogemos el autobús los tres, no se nota. Qué guarradas, tío. Meternos la mierda más hacía dentro, hasta la garganta, y luego comer croquetas de jamón. A mi me gustan más las ramitas de laurel antes de Semana Santa, huelen a esencias indescriptibles. Y los santos tapados de negro. Las salas de espera de los hospitales llenas de pelos por el suelo me dan nauseas. Y los hombres sin bazo. Las monjas con la regla. Los aviones llenos de pederastas. Las plazas de abastos con pescado de hace dos meses. Sabes, luego estaba ella, la que iba delante, una vulgar tortillera, no sacaba placer de nada. Aún le gustaban los azucarcillos con el café y el chocolatito en el plato. Se ponía unas cartucheras con unos mangos de varias medidas, metía debajo de la cama un tocadi

NUNCA DESNUDA, NUNCA.

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Yo a mi madre desnuda nunca la vi, de niño le veía los brazos, y sus largas piernas, y de cerca el cuello que abrazaba. Le veía un mandil hasta los tobillos, y unas zapatillas de goma, con un borde blanco por donde se metía unos calcetines muy gordos. Los caballos en el bosque andaban desnudos, los machos con su garrote entre las piernas, pensando, las mariposas iban desnudas, las terneras que no se tenían de pie, las culebras dejaban la piel para estar desnudas. Estaban desnudas las sombras de las personas, el cielo desnudo, las casas desnudas, y el pan de trigo se quedaba abierto en dos partes desnudas. La miel dentro de un cántaro vestida sólo de miel desnuda. Pero a mi madre nunca la vi desnuda, nunca desnuda, nunca. Yo de aquello recuerdo a los muertos vestidos, las palomas que salían de la boca de los muertos. Los escupitajos de vino tinto, las mujeres con niños cargados de leche hasta los ojos. Las tetas apretadas por manos diminutas en las cantinas. Y los olores de los árboles