ERA DE EXPORTACIÓN.
El párroco nos decía, hijos míos, el placer está en vuestro cuerpo. Abusar de él. Luego nos absolvía. Yo no distingo lo que es original o lleva conservantes. Ahora bien. Si te metes un pepino por el culo lo contagias. A mi señora yo le metí un pepino muchas veces, luego yo chupaba el pepino. Ella era y es mucha mujer. Buscábamos el mejor del invernadero, los de exportación. Y aceites superfinos para el acabado final. Por la noche yo le enseñaba a Paquita aquel pepino. Manoseado por cuatro moros indignados de Tetuán. La noche no tiene mañana ni tarde, es toda seguida después de la media noche. Nos entreteníamos con juegos excitantes. A veces por delante. Se abría de piernas como un saltamontes y le metía un pepino de exportación -el más terso, seleccionado-, suavemente. Le daba vueltas. Era muy curioso. Yo era como un doctor. Le decía: lo sientes, mi cielo, me lo trajo Abdel , era el más grande. Dime si lo sientes, mi amor. Y cosas... como me amas mi amor. Y le entraba todo, algunas