EL CUERPO DE ELLA.
Medio doblado, tenía bolas de cristal con colores dentro, difuminadas; una estela de arco iris sobre un contorno suave y brillante. Hubo un primer sol, era obvio, estaba el amanecer reflejado por las fachadas con color de fresa, y no podía evitar el jugar sólo. Tenía un borde de mi piel que me dolía, si me reía. Pero el día y el mundo no amenazaban, aún, si acaso, bandadas de estorninos sobre cables altos de teléfono, equilibristas, para irse en un viaje, yo no sabía a donde, era un quién sabe, y daban vueltas. Yo no tenía pasiones, aún, pero me decían que estaba enamorado de Angélica. Que tenía un neceser con puntillas dentro, y una barra de labios, y una pulsera de aluminio, y una diadema y una barra de los ojos, y un papel blanco donde escribía cosas con un lapicero de color, casualmente, azul. No había rótulos, aún, debajo de una galería ponía lo de se vende abonos, cal viva, azufre, piedra pómez, sulfato, bombonas de butano, guanos, y lozas dibujadas con festones