DESDE ESE PUNTO.
Te ofrezco un párrafo, algo cruento sin mucho significado. Hay migas de ayer en todo el fondo de la mesa de mármol. Me he dado la vuelta muchas veces detrás de ti. Sobre tu cabeza mi cabeza, sobre tu espalda mi brazo, rozándote. Ahora que hace sol descubro los bordes amenazantes en vértice y las malas noticias. La sombra nueva entre dos rayas paralelas de penumbra. Y rozándote. Rozándote. Mis partes me las toco en la ducha o en el bidet buscando algún bulto. La mano me la paso por el culo varias veces, deambulo bajo los brazos, entre las piernas, en el cuello mis dedos en forma de punzón. Mi padre tenía una hernia como dos puños y por las mañanas se ponía un cinturón de cuero con dos topes de madera a modo de faja, tiraba árboles, arrastraba troncos, daba puñetazos a las mulas, tenía el culo lleno de almorranas, cuando se apartaba para cagar venían cientos de moscas brillantes al festín de color betún. Algo muy malo lo pudrió para morirse. Por la nariz un rastro