INOCENCIA.
Te deshaces, no a veces —sabes que te deshaces— y lo anotas en un margen donde se escribe lo frecuente de los días. Te deshaces, y vas volviendo a la inocencia. ¿Qué he de decirte para que entiendas? Mañana serás un poco más inocente, aún. He de decirte que toda mi vida ha sido un presentimiento. Verdaderamente, nunca he tenido paz —te juro— que no podría juntar un solo momento sin esa sensación de incertidumbre. Pero, desde no sé qué mañana, fue esa sensación de retornar lentamente a la inocencia.