LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS.
El éter y el aire. Lo que llamaban éter en aquellas circunstancias en que veían tanto azul, que en realidad no era azul, era lo que era, algo indeterminado, transparente o negro. O lo que se llamaba aire que estaba dentro del éter y permitía a las ondas llegar hasta donde se podía llegar por su resistencia. A ciencia cierta nadie lo sabía, nadie sabía nada de cómo era aquella propagación hace casi dos siglos. Considerando todo esto, el éter, y el éter mezclado con el aire, todo fue razonado como un cable infinito por donde podían circular ondas, desde ondas infinitesimales hasta una onda infinita, la onda de las ondas, quizás la voz modulada de Dios, si existiese, y que además vibraba, vibraba y vibraba desde los confines y hasta los confines, rebotando dentro de una esfera de diámetro infinito. El niño y el piano. Aquel niño tocaba el piano en una sala grande que daba a una campiña verde, por su ventana se veían rosales allá por mayo. Era admirable su facilidad para las