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QUE CASI NO EXISTEN.

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El bosón de Higgs no nos dirá, aún, de qué estamos hechos. Ni si es posible estar aquí y allí al mismo tiempo. -Deberemos aún suponer. A veces intento escapar de mi compañía y busco la compañía de otros. Me ofende escucharme a mi mismo, quiero decir dentro de mi mismo, ahí mismo. Eso que te lleva a todos los lugares y que eres tú. No sé cuántas palabras de media tengo que escucharme: día y noche, y al otro día, y a la otra noche, sucesivamente. Algunas veces viene mi amada y comentamos  intranscendencias -hubo muchos muertos acaso en otros lugares-. Follamos y hablamos, es lo justo, y algunas veces cerramos los ojos. Mientras tanto ocurre el trance, como si masticáramos pan blando mojado en salsas misteriosas. Yo estoy con ella y es un aburrimiento, extrasístoles ventriculares. Y ella también en ese trance de no tener qué decirme, algo agitándose, no sé de qué forma, como sin espacio, es el corazón dentro de si mismo, el corazón a su ritmo, saliéndose. Es tanta la confianza que el

DESPERTAR PUEDE SER UN ALIVIO.

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Se repite aquella pesadilla del monte de los Tilos. El sueño transcurre apenas acabado el día, o apenas entrada la mañana. Si es acabado el día, el sol ya está puesto, y mi cabeza se traslada entre una amplia densidad de ramas, y hojas verde oscuro, en forma de corazón, que se arrastran por mi cara. El suelo está mullido por musgo verde, las rocas por líquenes de colores, y algunos tallos están blancos y llenos de vestidos de enredaderas que llegan hasta las mismas  copas. Parece no existir ningún sendero, y al caminar dejo un rastro de helechos partidos por mis pies. A ciencia cierta en el sueño no sé a donde voy, ni tampoco cuándo empiezo a caminar. Sólo al final la veo a Ella con su cabeza saliendo de una roca con manos invisibles, y sin cuerpo, sólo su cara, y sus ojos, y su boca. Nada me dice. Yo tampoco hablo, es la impresión inmediata del sueño, una nebulosa reflejada entre brisas y hojas. Sé que aquella cara trata de hablarme, quiere decirme algo que yo no logro entender. Algu

LOS COJONES DE CORBATA.

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Aristóteles y Platón lo jodieron todo. Luego vino Cristo y Mahoma. San Agustín fue tan cabrón como los doce apóstoles. A San Francisco de Asís yo lo perdono porque quiero mucho a los gatos. Pero en general, si no fuera por esta pandilla de degenerados la máquina de vapor ya podría haber caminado poco después del segundo siglo. Yo cuando voy a buscarte pienso cosas y me empalmo ligeramente. Cuando voy a buscarte ya empiezo a pensar cómo voy a empezar hasta llegar a comerte el coño. Llevo apuntado cuando te baja la regla, también sigo al Ogino, y llevo un calendario del BBV lleno de circulitos para uno, y rayas para lo otro. Como tengo nada qué hacer le doy vueltas a la manzana donde trabajas, tú estás en una esquina. Y cuando tengo algo que hacer lo hago rápido, para seguir dando vueltas. Algunas veces pienso que si no estuvieras tu se me pondrían los cojones de corbata de lo sólo que estoy. Si pones mi nombre completo en el google sale uno de la Coruña y luego yo, imagínate. So

NO VIENE A CUENTO.

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Si las pirámides las hicieron los extraterrestres, fueron unos hijos de puta, ellos sólo dirigieron la obra, -no viene a cuento-. Una buena poetisa no debe cocinar, y si lo hace debe ser contemplativa. Si hace las camas abrir las ventanas lo preciso, el aire viciado estimula los sentidos. Cada dos semanas bajar al trastero y subir una muñeca, y acunarla hasta que cierre sus ojos. Una buena poetisa no come chorizo, ni latas de conserva, cocidos los necesarios. Y los armarios abrirlos sólo una vez, oler la ropa vieja. Y vagar por el pasillo esperando los recuerdos. Leer otros libros para inspirarse, copiar lo justo. No limitarse por las palabras. Hacer inteligible lo inefable. Saber algo de los abanicos de la dinastía Ming. Tener sensación de ahogo es necesario si quieres hacer poemas. Vestir descuidada a veces. Mirar tras los cristales como llora  la lluvia, y dibujar con los dedos corazones solitarios. Buscar fotos antiguas, darles la vuelta para ver la fecha, e intentar recordar l

YA NO EXISTE.

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1.- Todos los interesados en si te he visto no me acuerdo, deben irse. Si eres de los interesados de al mal tiempo ponle buena cara, deberías quedarte. 2.- De todas formas, el que te vayas o el que te quedes me es indiferente. 3.-.- Una manzana no cae obedeciendo a la ley de la gravitación universal, cae porque debe caer. La ley de la gravitación sólo está en la cabeza de los hombres en un intento de buscar una razón. Digamos que es una hipótesis, una teoría derivada de  los hechos observados. 4.- Que haya habido una historia observada y que sea tu historia no implica que pueda conocerte, tal vez hayas querido contarme una mínima parte, y tu vida sean cien mil partes por un millón de pequeñas cosas de ti que nunca podrás ni querrás describirme. No me cabe la menor duda de que eres una hipótesis para mí. Son  hechos observados, impresiones personales que detecto. Por ejemplo: tu angustia. A veces respiras como si te faltara el aire, lo noto sobre tu pecho, se mueve a veces como el

MUY ADENTRO.

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Nunca pude saber a qué se debía   aquella contradicción. Cada vez que se   acercaba como turbada mi cuerpo se llenaba de gozo contenido, me estremecía. Al mismo tiempo mi alma se llenaba, inexplicablemente, de horror. Si los rayos de la luna tuvieran sabor diría que son insípidos, no recomendables para purulencias y eccemas tiernos, salvo que te hayas dado un ungüento de bruja bajo su manto plateado. No obstante, a pleno sol la romántica gonorrea es insoportable, así que me quedo a la penumbra de un olmo viejo agitadas sus amarillentas hojas por el viento. Como buen vividor estuve toda la vida husmeando detrás de una zorra. Fui persistente tras   su rastro, su entrañable olor, y aquellas dotes de macho dominador que me hacía entrever inteligentemente con sus gemidos (cuando encima de ella escudriñaba sus gestos), o tocaba con mis dedos donde el húmedo gozo. Así fue todo. Desde la primera vez que me atravesaron sus ojos, destejió un ovillo encantado, con el que yo jugaba dándole p

QUE LO HABÍA DISFRUTADO.

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No hay un muerto, ni un hombre solitario, que en un día de lluvia pardilla y fina, no le pasee lentamente un caracol hasta los ojos abiertos. Hoy como salí temprano me pasé por el Alimerka de la calle Roncal, y me compré cuatro tarros de caracoles Scargots del Campo. Esta marca les da a los caracoles un toque al ajillo muy bueno. También me llevé cuatro botellas de Lambrusco Monteberín de Módena, me gusta este claretillo italiano dulce y espumoso. Lo primero que hice al llegar a casa fue colocar el Monteberin en el congelador, para que tome cuerpo y esté bien frío. Tenía mucha hambre, así que fui directo a la cocina, bajé del estante la cazuela grande de barro alfarero, emborqué los cuatro tarros de caracoles al ajillo y medio tarro de tomate ecológico Vila Bella, dos pimientitos de piquillo de Losada, un pimiento choricero entero, dos guindillas cortaditas, un hueso cocido de jamón de Grado desparramando por encima, un chorizo picantón de Valdevimbre. Para acabar, un buen chorro de

LAS AGUAS DEL MAR MUERTO.

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Un día se dirá basta, no hagáis más daño a las cosas tranquilas: Dejar que fluya todo lo que es líquido. Dejar quieto lo sólido. Un día habrá tantos poemas hechos que ya no cabrán más . Dejar de agitar lo que es invisible. Lo que habéis dicho ha sido tocado ya en los Urales. O en los valles donde el Tigris y el Éufrates decidieron separarse. No busques más dentro de ti. Si no encuentras la palabra, otro ya lo esta haciendo. En este preciso instante se estremece por la espalda: una poetisa con los pies calientes, un poeta que deseo estar encarcelado para ser mártir e inmolarse escribiendo   sobre una pared de cal. No le des mas vueltas eso ya está escrito. No pretendas darlo a conocer para recibir lisonjas. Abre la puerta, mira a las mujeres y a los   hombres, mira al cielo, y háblate a ti mismo. Lo que ahora piensas mientras vas caminando no te hará trascender ya estuvo  flotando sobre las aguas del Mar Muerto.

Y SIN AMARNOS.

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                                                  Algunas veces la mañana no sabe a nada.                             Tú ahí, yo aquí, y sin amarnos. Si se cumple la disposición electrónica de Bohr   y los cuantos de Planck, en realidad no nos tocamos nunca, flotamos sobre lo que vive. Como consecuencia, piensa que pudieran ser una ilusión nuestros besos, o la sensación cálida de tus manos tocando las mías entre otras manos quizás desconocidas. Sí, sí… (eso, que cuando me acerco a ti es tu piel  que me envuelve y me quita la tristeza). Yo puedo suponer lo que estás haciendo tú ahora. Pero no es una certeza: ni sé si estás feliz, ni si estás triste, sólo ocurre que te vienes con insistencia a mi memoria. También es una certeza falsa que si te miro a los ojos pueda imaginarme, con cierta exactitud, lo que estás pensando: si piensas en mí, si acaso no piensas, si no piensas en nada. Supones que eres inmediato, en este (.) punto, que no es igual a este otro (.), aunque lo parezca. Los sep

-CLIC,CLIC,CLIC.

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-Clic clic clic . -Es un sonido- Medias de red, medias con costura y ese trocito de carne que queda hasta las bragas; medias caladas negras llenas de filigranas, algunas al estilo pantys repletas de vivos colores hasta la rajita; las medias térmicas no me gustan parecen sin señas de piel; ligueros voluptuosos que se enganchan en un precipicio circense a extravagantes medias medio auto sujetas que denotan el atrevimiento inmediato de otras manos; las medias antiembólicas, ni verlas, son el desastre de la irracionalidad y una foto perdida; las medias superxesis siempre llevan el encanto de una portadora juvenil y tienen algo de virginal en lo que esconden; los leotardos son de extrema necesidad y me imaginan el polvo del camionero que va a Lesaka a por un cargamento de piezas de motor de automóvil. Podría relataros lo de las braguitas. Debajo braguitas de todos los colores, debajo de las medias, sobre las medias, sin medias; escondiendo el tarrito de miel, el cuenco de mermelada, el c

ENSOÑACIÓN.

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    Este poema abstenerse de leerlo en público con música de acompañamiento. (Derechos muy reservados…) Antes de las diez de la noche, a finales de noviembre. Es imposible acercarse -ni a una millonésima siquiera-, de lo que es la sensación de ser inexistente. Para cenar me hice una tortilla de jamón. Los huevos eran muy amarillos, y al batirlos se me quedó aquella espumita en el punto ciego de los ojos. Así (tan sólo), pensaba en ti cuando hacía una tortilla de jamón: En cómo sería tú espalda desnuda. En cómo sería mi viejo pecho sobre tú espalda desnuda. La luz de la cocina era tan artificial, que en el techo parecía que se reflejaba el Mar de la Serenidad en la cara blanca de la luna. La tortilla era sólo para mí, de apenas dos dedos de cerdo. Pero cuando me rozaba sobre tú espalda estábamos los dos, tan apretados. Me apetecía morder tú nuca en plan rabioso, y hacértelo por atrás, abiertas tus piernas, mientras tú me dabas la boca, así de grande; y tu le

COLCHÓN.

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Si vas a comprar un colchón y te regalan una paletilla de cerdo, nunca dormirás bien, el colchón lo han hecho los chinos. Si llegas a casa y Ella está haciendo unos calamares en su tinta, mientras te espera y está de espaldas y sientes ese vacío en el pasillo, y ese olor que te repugna huye, debes irte antes de que vayas abofetearla. Ni pizca de  amor. En un colchón hecho con sufrimiento no se descansa bien. No hay términos medios,  a veces, los presentimientos se cumplen. Nunca trates de explicarte el infinito, ni las calles que te reciben llenas de vacío todo  estaba antes dentro de la creación antes de hacerte a ti el vacío quizás no  te habías dado cuenta. Si has cerrado la puerta detrás sólo dejando ausencia y desamor dejando el aire que se queda no vuelvas, simplemente escóndete no vuelvas a mirar sus ojos, por si te arrepientes, te convertirás  en estatua de sal. Ya sabes todos tenemos suficiente espacio para deambular y apretar las manos. Piensa que el infinito no existe todo