NO VOLVERÉ NUNCA.
Después de tantos años allí, no recuerdo bien lo que se veía por la ventana. No estaba dispuesto a fregar el baño nunca, pero he aquí que me encuentro con un estropajo en la mano sobando el interior de la taza del váter. Para quitarle hierro al asunto pienso en la perfección de esta geometría tan cóncava lacada en blanco para que las cosas puedan irse hacía el mar sin pena ni gloria. Con Ella se fueron los rastros de aromatizador azul. Nunca más ese olor a bosque de pinos. Me toca por la espalda el niño, y le digo al niño, o te comes las lentejas o de la hostia que te pego te pongo la cara como unos alicates, y el niño que no se las come, que les da vueltas con la cuchara y selecciona por tamaños y colores…, o las que flotan o no flotan, o las que están cocidas o no, y que se va a la hebra y rasura un trocito de chorizo, niño, hijodelagranputa, que te mato, cógelas todas por igual que son lentejas, te enteras, y no las dejas, por mi madre. La lavadora tiene la puerta