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EL BMW

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…me he dejado barba, pero ya te cuento…había dado cuatro vueltas a la manzana, con mi R-9, TS, del 82, bien conservado, iba a la gestoría , “Selohacemostodo”, de la zona del Empalme, cerca de la antigua Estación de La Renfe, aparcar en la Manzana del Empalme, se las trae, el caso es que a la quinta vuelta veo por mi lado un hueco, con su rayita azul, como para coger dos coches, meto el intermitente, y empiezo la maniobra para aparcar, hostias, tío, en esto llega un BMW, pintadito de color mierda, recién estrenado, habría costado doce kilos, de los de antes, por lo menos, y en un abrir y cerrar de ojos se me mete allí, me quedé flipando, se bajan dos pijos trajeados se ponen delante de mi, me hacen una rabila y lo del dedo del urólogo, y encima me dicen, tiralo pringao, y se van, pues sabes, di otras cuatro vueltas y no volvió a aparecer hueco igual., y la cosa me urgía, volví al barrio de las Mil, metí el R9 en el garaje, paré un taxi, y con el rabo entre las piernas, dejé l

EVANS SCHULTES

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Esta mañana al levantarme descubrí en mi pequeña terraza a Richard Evans Schultes. Estaba de espaldas, y entre la penumbra que producía la luz de mi habitación vi como manipulaba unas hojas de geranio. Sentía el sonido de su pequeño mortero machacando las hojas en un cuenco de madera. Cogió hortensias y algo que llevaba en los bolsillos y revolvió el ungüento. Vi como se daba la vuelta y en dos pasos estuvo ante mí. Desde mi cama aprecié sus pequeñas gafas y sus largas manos emponzoñando un dardo. En el bolsillo de su chaqueta asomaba una pequeña cerbatana. La sopló ágil y el pequeño dardo se incrusto sobre mi vientre. No pude apreciar más. Me encuentro aquí paralizado, con los ojos abiertos, sin poder moverme. Mientras mi gato olisquea mi cara.

LA NOCHE

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Sin duda alguna la noche puede ser infinita cuando no duermes. Es como si pudieses ver el ojo enorme de Dios. La cabeza se convierte en deforme teatro de saltimbanquis. Pasan historias que has vivido, y caras con las que nunca has soñado. Valoras sucesos inmediatos. Eróticas ensoñaciones con seres que algún día te abrazaron. Y te quedas quieto por si acaso te duermes. Y te quedas quieto por si acaso la última ilusión no te ha convencido. Qué extraña es la noche. Que larga. Qué noche sería la de aquellos que esperaban la muerte en el paredón a las 6 de la mañana.

GRITOS DESESPERADOS.

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Llevo dos años viviendo sólo y es indudable que no me arreglo igual que antes. No soy organizado. Sólo hay que verlo. En mi casa suelen entrar pocas personas. Pocas, no. Diría que ninguna ha pasado de la puerta. La abro un poco para mirar quien ha tocado el timbre y sólo si me resulta familiar. Si me traen algo lo cojo. Si me tienen que decir algo lo escucho. Si tengo que firmar algo, no lo firmo. Si miro por la mirilla y me parecen sospechosos, no les abro. Si son del Servicio Social, los mando a tomar por el culo gritando detrás de la puerta. Si aporrean la puerta, los dejo hasta que se cansen. Lo único que me toca soportar es el guirigay de los niños a la salida del colegio, lo odio. Es la única atadura temporal a parte del día y de la noche. Debo de llevar veinte días aquí. No lo recuerdo bien. La última vez salí por comida, llené el arcón de paletillas de ternera, y a eso de las tres de la tarde volví a bajar para comprar vino y latas de conserva. De farmacia ya me queda poc

EL DE LA BATA AZUL

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No sé qué día desperté a las tres de la mañana. Pongamos un día cualquiera. No importa. He perdido esa dimensión que llaman tiempo. Ya no es mensurable para mí. Ocurre que ya no soporto recordarme. Y mi problema, ahora es dejar la mente en blanco, o lo que se dice para describir no pensar en nada. Aunque no sé si alguien habrá conseguido esto. Pensar en blanco no es pensar en un tendal blandido, porque eso ya es pensar. Pues que me digan cómo. Me han admitido por causas que desconozco. Por “episodios”, caracterizados por sentimientos ansiosos y diversos síntomas concomitantes, (palabra extraña), con desviaciones somáticas a escalofríos, palpitaciones, agitaciones estomacales, falta de apetito, y sin iniciativa. Al de la bata azul le hablé que no me apetece moverme. Andar desde aquí hasta allí, para qué. Doblarme para qué. Sentarme en el water para qué. Y el de la bata azul masticaba un lápiz. Y me comía con los ojos, pero no pensaba en mí. Había entrado una zorra de culo alto, y bue

EL MAIZ

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Cuando mi padre le pegaba a mi madre, yo salía corriendo a esconderme. Corría y corría ladera abajo, mientras miraba al río, luego, exhausto me sentaba entre el maíz, y allí parecía que se terminaba mi universo. Si eres niño y te metes entre el maíz descubres un mundo extraño entre un bosque de tallos. Fue el dieciséis de julio cuando mi padre le dio la paliza más grande a mi madre, ese día, ni si quiera lloraba mientras corría, pero el maíz ululaba, las hojas sonaban a papel de caramelo. Aquel día se acabó el cielo, porque me tendí boca abajo y me quedé dormido. No se el tiempo que pasó. No lo sé bien. Tampoco sé si había maíz, o era el agua del río.

ENSOÑACIONES

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Me propongo poneros aquí, la página 689, de mi diario. Con esto no quiero demostrar ninguna dotación literaria, totalmente descartada, por mis años. Aquí, os describo científicamente, un sueño erótico que me persiguió desde el estreno de la segunda versión del cartero siempre llama dos veces. Pues bien, esa ensoñación post vigilia, me vino en innumerables ocasiones a la memoria, en inolvidables días, mientras vivía con la parienta, y después, años después de vivir sin ella. Bien. Ayer jueves por fin lo puse en práctica, con un rollete de infancia, encontrada, de años atrás, con Matilde, eminente colegiala del catecismo, y demás soledades. En una de sus visitas lo premedité todo, …sería después del desayuno, y fue después del desayuno, no cuento prolegómenos, salivación de 230ml, (aproximado), de caldo vaginal, con sabor entre melaza y harina de pescado, la cogí con cierta violencia, sorpresa imaginada en sus ojos, la levanté con fuerza sobre la mesa de la cocina, su trabajo me costó, t

EL TERRITORIO

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Hace ya tres meses que me dejó mi mujer. Eso se dice. Dejar es abandonar algo. Olvidar. Tuvo muchos motivos, según lo que releo en este documento plagiado de otros. Cosa de jueces. Hace tres meses que duermo sólo. Y puedo contemplar con extrañeza por qué se dice dormir juntos. Roncar. Hacer la sillita. Clavársela por atrás. Sentir la humedad. Pero si lees esto pone textualmente. Entre otras cosas. “Comportamiento animal.” Y qué hacía yo. Nada. Mi preconsciente. Mi incosciente. Mi consciente. Unidos por una tubería. Y qué culpa tengo. Todo fluía. Si lees textualmente otra frase. “Su comportamiento se volvió muy extraño cuando llegaba a casa.”. ”La olía”. Y qué culpa tengo. “La esposa sospechó que le derramaba gotas de orina sobre la ropa interior”. ¿Alguien me lo mandaba hacer?. No lo recuerdo. Pero yo lo olía cuando ella llegaba a casa. Hace ya tres meses que duermo sólo. Y ahora por la ventana me molesta la luz. Ya es por la mañana. O quizás es de atardecida. La verdad. No lo sé. Y qu

EL MOROLO

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Franco, José Antonio, y Don Joaquín, el maestro.. Detrás había una estufa de leña que soltaba olor a pino, con un tubo curvo que salía por un cristal roto de la ventana. En otoño los árboles de fuera se agitaban como si fueran cientos de manos, todos pelados, menos un boxe mutilado y anárquico. El maestro hablaba del último decenio de historia, mientras yo trataba gozar del cielo. Si hablaba de religión el infierno lo asociaba al abismo, al peligro mortal, a cómo escapar de la condenación. Y el tiempo pasaba y pasaba, mientras la estufa soltaba un vaho de humo tras la ventana. Íbamos con Dios y disparados, cuando Don Joaquín levantaba la mano y apuntaba a una puerta de arcos ojivales, con dos hojas, que apenas dejaban espacio a la barahúnda. Salíamos como poseídos, corriendo con los maletos, por la rampa, hasta el hórreo de Hortensia, escondiéndonos entre los pegollos. Muchas veces estaba allí el Morolo, babeándose, sentado sobre las trabes del hórreo, con los pies colgando. El morolo

LA VIRGEN

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El día no era malo, Por el Castedón había tímidos rayos de sol, y la niebla ya se quitaba, cuando mi padre entró en la cuadra y me soltó a la Torba,(la del badajo con collar de filigranas), luego salieron la Mocha, la Torera, y la Xatía, todas eran cabañesas. Mi madre me preparó un fardelo con dos buenos trozos de pan de centeno, unas lascas de tocino entreverado, dos peras conferencia ,dos manzanas de sidra, y un puñado de castañas cocidas. Aquel día el río en el Barranco tenía un rastro de color de plata, que brillaba extraordinariamente. Cambiaba según íbamos pasando las revueltas hacía el Foxo. En los berzales de Anita la Coxa había cantidad de tordos, con guirigay, alguna golondrina primeriza zigzagueaba con vuelos rasantes y veloces. En las casas de Carzol salía humo azul y recto que perforaba la niebla en un juego de mezcla de colores.. Por Cabaña asomaban nubes pechugonas marcadas sobre el azul, algunas oblongas como si reposaran resbalando sobre las laderas de los Buitres de S

EL MASTIN NAPOLITANO

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Acabo de salir del médico del seguro, y me aumentado la dosis del Prozac, a una pastilla más. Eso es que no ve bien. Antes de volver a casa pasé por el cementerio de Deva para ver la plaquita del niño. La he limpiado, y le eché agua al guindo que escogió Orencio. No tiene bien las hojas. A mi me gustaba más la hoja del cornejo, es más grande y le caen menos. Luego me pasé por Poago, a ver a Kaiser a la perrera. Aún no lo han matado. Al verme se subió con su patas sobre los barrotes de la jaula, está sucio y tiene los ojos muy tristes, nunca lo sentí aullar con tanta pena. Le llevé unas alas de pollo. Tiene dos heridas en el cuello, y el hocico reventado. Me dio mucha pena y me volví a casa. A Orencio le pusieron Dosulepin, y anda a trompicones. No lo quitaron del camión. Reparte por Lugo de Llanera. Yo a lo que más miedo le tengo es a la autopista, a que de un volantazo. Ayer cuando cenamos se le cerraban los ojos. Ahora no llora tanto como antes. Yo lo que quiero es no recordar,

LOS CUERVOS.

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Ahora estoy aquí sentado sobre saliente del ábside al lado del presbiterio de la iglesia mientras hacen la misa. Los vivos están ahí, pero sólo pueden ver los cuervos revolotear. Están posados tras el cristal policromado de una claraboya profunda y circular. Lo llevaba pensando desde hacía varios meses. Había días que lo meditaba con mucha intensidad, hasta casi llegar a la obsesión. No fue una acción repentina, algo que decides sin venir a cuento. Fueron casi dos años desde que me vino a la cabeza esa idea de acabar con todo. Cuando piensas en eso, tienes algunas veces momentos de irascibilidad con los que te rodean, como si los culparas, de que para ti no hay salida por ningún camino posible ni figurado. Y te surgen esas reflexiones de llevarte a varios por delante. Considerando que su culpabilidad hubiera sido manifiesta, en la causa directa de tú autodestrucción. Los prolegómenos son extrañamente metódicos. Digamos que es muy mental. No obstante, lo difícil en estos casos es escoge