COMO SI NO FUERAS NADA DE MI.
Me vienes a la memoria mientras te paso una esponja mojada en agua tibia por tus caderas.
Un taburete muy íntimo pintado de azul con un agujero de cuatro dedos de amplio en el medio. Me hacían señas para que avanzase. Incluso sabiendo ya caminar a dos patas yo avanzaba a gatas, era más fácil a gatas la costumbre de reptar de esa forma con una visión panorámica muy especial de las cosas. Llegaba debajo del taburete y me sentaba allí mirando hacía arriba por el agujerito, la piel blanca de los muslos de mi madre o de mis hermanas, o de tía Melita, algunas veces sus bragas color carne llenas de manchas amarillentas.
De qué me viene esa atracción por lo pútrido, por lo que ha estado oculto sin respirar. Tantas horas dentro de una cuna hecha de tablas de cajas de cerveza y troncos de pino todo barnizado. Con unos pocos meses me había cagado blando o duro, había regurgitado leche de vaca al amanecer. Me daba vueltas con los calores de junio entre aquella vasilla amarillenta,...